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CAPÍTULO VIII
Sobre la declinación
El concepto gramatical de declinación se entiende mejor con ejemplos que con definición. Declinación, dicen, es la variación casual. Yo no tengo ninguna definición, contentándome con haber dicho que la declinación surge de las diferencias en el nombre. Varrón propone innumerables formas de declinación: así, la que da de Terentius, Terentii; de equo, equito; de homo, homunculus; de caput, capitulum; de homo, homines; de prudentia, prudens; de ingenium, ingeniosus; de pugnare y currere, pugiles y cursores. Todo esto se encuentra aquí y allá en la obra de Varrón. Y de nuevo el propio Varrón dice: "De palabras como homo y equus surgen cuatro tipos de declinación: una nominal, como de equus, equile; otra casual, como de equus, equum; una tercera gradual, como de albus, albius; una cuarta para disminuir, como de cista, cistula". Varrón establece un criterio para las declinaciones, otros otro; y son criterios quizás mejores que los nuestros. Pero yo no quiero entretenerme en una cuestión liviana. Casi todos seguimos el criterio de Prisciano, quien lo establece considerando la vocal del genitivo. Establecer las declinaciones de los pronombres es un absurdo invento de los gramáticos; son, en efecto, nombres irregulares, que no aceptan las reglas de la declinación, ni aceptan la analogía, como lo hacen los demás paradigmas. |
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