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CAPÍTULO III
Sobre el acento, la figura y la especie
Antes de pasar a la explicación de cada una de las partes de la oración, hay que hablar brevemente de algunos accidentes que hay en todas las palabras, a saber: el acento, la figura y la especie. Los acentos o tonos, a los que los griegos llamaron tonos o prosodias, fueron tres entre los antiguos, según atestigua Cicerón con estas palabras: "La naturaleza de la voz es en cierta forma admirable, cuya variedad, que consta de tres sonidos, el flexionado, el agudo y el grave, es mucha y dulce en los cantos". Quintiliano dice que es difícil aceptar esta observación sobre los acentos. Y Sergio, antiguo gramático comentarista de Donato, defiende que el acento grave no está en uso. Yo también creo que el flexionado se perdió y que sólo quedó el agudo o casi agudo. Del mismo libro de Cicerón se puede sacar por qué quedó el agudo y no los otros. "La naturaleza", dice, "para poner por así decir música al discurso humano, puso en todas las palabras un sonido agudo, no más de uno, ni más lejos de la tercera silaba a partir de la última, ya que esto es lo que pide la naturaleza de acuerdo con el placer de los oídos". Mira lo que dice Quintiliano en el capítulo 5 del libro 1 y Erasmo en el libro sobre la pronunciación, aunque yo no estoy en todo de acuerdo con ellos. El término figura viene defingere; y fingere es expresar una cosa lo más fielmente posible mediante la imitación. Así hablamos de "figuras" en los cuadros y en las estatuas. De ahí que en lengua se llame similitudo, cuando de dos o más palabras hacemos una. Yo no encuentro que haya "figura" en una palabra simple. Por ello, en esta parte, a mi no me agrada mucho hablar de "figura", ya que, antes de que se inventara la composición, está claro que las palabras simples no tenían ninguna figura; lo que pasa quizás es que por relación, como dicen los dialécticos, podremos con razón llamar figura simple a todo aquello que no es figura compuesta. "Las palabras simples", dice Fabio, "constan de su primera forma, es decir de su naturaleza primera; las compuestas, lo son o bien de preposiciones, como innocens -a veces de dos preposiciones contrarias entre sí, como imperterritus, y a veces de dos puestas una detrás de otra, como en incompositus, reconditus o el ciceroniano subabsurdum-, o bien de dos cuerpos que, por así decir, se unen entre sí, como maleficus. Yo no aceptaría en nuestra lengua palabras compuestas de tres elementos, aunque de capsis diga Cicerón que está compuesto de cape si uis, y hay quienes en Lupercalia pretendan ver también tres elementos, algo así como luere per caprum. En cuanto a solitaurilia, está claro que consta de sue, oue y tauro, y así es, en efecto, el sacrificio, como se ve en Homero; pero esta palabra consta no tanto de tres partes de la oración como de partículas de tres partes. Por lo demás, la construcción de Pacuvio de preposición más dos palabras, Nerei repandirostrum incuruiceruicum pecus, parece dura. Sí hay palabras compuestas de dos palabras latinas enteras, como superfui, subterfugi, aunque se cuestiona si hay palabras compuestas de palabras enteras; o de una entera y otra alterada, como maleuolus; o de una alterada y otra entera, como noctiuagus; o de dos alteradas, como pedisequus; o de una palabra latina y otra extranjera, como biclinium; o al revés, como epithogium y Anticato; o de dos extranjeras, como epirhedium, ya que, si bien la preposición epi es griega y rheda es una palabra gala, ni los griegos ni los galos utilizan el compuesto, sino que fueron los romanos los que hicieron esta palabra suya de dos extranjeras. Con frecuencia este tipo de composición altera las preposiciones; de ahí abstulit, aufugit, amisit, cuando la preposición es en los tres casos ab, y coit, cuando la preposición es con. Así también ignaui y erecti ". Hasta aquí lo que dice Fabio. Hay que añadir esto: cuando hay nominativo, se flexiona; las formas oblicuas no se flexionan, como en omnipotens; y no es una excepción, como piensa Prisciano, la palabra alteruter, ya que alter procede de alterus, y la foma antigua de alterutrius es alteriutrius. Especie deriva del antiguo verbo specio; se llama también "forma" y "figura". De ahí que los gramáticos utilicen a veces estos nombres confusamente. Llamemos, pues, especie a lo que llaman especie los lógicos: las partes derivadas y sometidas al género. Así en lengua, son especies las formas derivadas de otra, como legens, lectio y lector derivados de lego. A este tipo de flexión o derivación Varrón la llamó más de una vez declinación, dando a este término una extensión mucho mayor que la que le da el resto de los gramáticos. Las palabras de Varrón son: "Los tipos de declinación son cuatro: uno para crear nombres: de equus, equile; otro, para crear casos: de equus, equum; otro, para exagerar: de albus, albius; el cuarto para disminuir: de cista, cistella". Hasta aquí Varrón. Podríamos aquí considerar como especies de palabras las formas cursito, sorbillo, calesco, de las cuales pienso que no pertenecen a la gramática, ya que su diferencia está sólo en el significado. |
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