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Texto latino

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 UNA PALABRA TIENE UN SOLO

SIGNIFICADO

     Si alguien, a primera vista, piensa que yo expongo una paradoja y no una idea verdadera, que escuche a Aristóteles, a quien pongo como garante de mi idea; él enseña que cosas de distinta naturaleza pueden ser designadas con una sola palabra, pero por analogía, es decir, por comparación o proporción. "Se llaman homónimos", dice, "aquellas cosas que tienen un nombre en común, mientras que la noción designada por el nombre es distinta, como sucede con animal, que puede referirse a un hombre real y a un hombre en pintura". Boecio traduce mal este texto al hacerlo así: "Se llaman equívocos...", ya que “equívoco” no es un palabra latina, ni está de acuerdo con lo que Aristóteles pensaba; “homónimo” significa, en efecto, "igual en palabra o semejante en palabra". Por ello, debería haber traducido mejor: "se llaman análogos...". Yo, si se me permite usar una palabra extraña, llamaría “unívoco” a lo que ellos llaman “equívoco”, y, a su vez, a lo que ellos llaman “unívoco”, lo llamaría "equívoco". Es esto lo que demuestran claramente los ejemplos de Aristóteles. Y si la obtusa mente de los dialécticos tuviera en cuenta estos ejemplos, no andarían todavía tan a oscuras. Prisciano, en el libro 9, traduce synonimiam por "significado doble". Y nadie podrá con razón objetarme aduciendo los muchos años en que esto ha sido tradición y ha sido tenido por cierto; y es que "el posesor de una idea errónea", como dicen los jurisconsultos, "nunca puede presciribir". “A mí”, dice San Agustín, “que me apoyo siempre en la razón, en vano me objetarán la costumbre, como si la costumbre tuviera más fuerza que la verdad”. Y Santo Tomás, agudo intérprete de Aristóteles y de la verdad, dice en muchos sitios, y sobre todo a propósito de la frase de Porfirio, "Si alguien dice omnia entia, está hablando aequiuoce", que aequiuoce equivale a analogice. Rodolfo Agrícola, en libro 1, cap. 23, traduce homonyma por adnominatio.

     Yo, por mi parte, tengo cuatro poderosas razones para pensar que debe ser rechazada radicalmente la existencia de equívocos:

     1.- Si las palabras -como dice Platón en el Cratilo, Aulo Gelio, en el libro 10, cap. 4, y como demuestran constantemente las Sagradas Escrituras- tienen un significado por naturaleza, ¿cómo es posible, pregunto, que con la misma y única palabra se nombren distintas naturalezas? Pero si, como quiere Aristóteles -el cual, si se le interpreta bien, no polemiza con Platón-, su significado les viene por convención -con “convención” quiero decir la voluntad de los hombres inteligentes que, tras comprobar la naturaleza de las cosas, suelen ponerles nombre-, deberíamos considerar demente y loco al que ordenase designar con una sola palabra a la mesa y al libro.

     2.- Por otro lado, si fuesen equívocas, es decir si significasen muchas cosas por igual y de la misma forma, tendríamos que hacer uso constante de adjetivos o de alguna otra distinción, para diferenciarlas entre sí. Efectivamente, no sería suficiente decir "vi un perro" o "muerde un perro", sino que habría que añadir "terreno", "celeste" o "marino". Se llama también canis ("perro") a una tirada concreta en el juego de los dados.

     3.- Hay que añadir que habría que considerar negligente y mentecato a Aristóteles, si no hubiera dado ninguna regla para la analogía, la cual es muy necesaria para los silogismos, y en ellos más que en ningún otro sitio. Pero no nos dio ninguna otra regla que la señalada. Esta debe, pues, ser interpretada así: "Se llaman análogos...

     4.- Por último, me hacen pensar así los testimonios de hombres sabios. Efectivamente, Cicerón, en el último libro de las Cartas, carta 17, enseña que las palabras tienen su domicilio propio en una sola cosa, pero que pueden hacer muchos traslados a otra cosa. Aulo Gelio, libro 11, cap. 12: "Crisipo dice que toda palabra es ambigua por naturaleza, ya que de la misma palabra pueden tomarse dos o más acepciones. Diodoro, sin embargo, de sobrenombre Crono, dice que no hay ninguna palabra ambigua, y que nadie las llama o siente como ambiguas. Y no debe parecer que se dice ninguna otra cosa que la que sabe que dice el que habla. Si, por el contrario", dice, "yo soy consciente de que digo una cosa y se entiende otra, es porque yo no lo digo con claridad y no porque pueda parecer ambigua. Y es que la naturaleza de una palabra ambigua debe ser tal que cuando se habla, se dicen dos o tres cosas; pero nadie que crea decir una cosa, dice dos o más". Hasta aquí Gelio. César Escalígero, al final del libro Sobre las causas de la lengua latina entiende perfectamente las palabras de Nonio Marcelo y de otros, los cuales, en sus libros sobre la propiedad de las palabras, asignaron a la misma y única palabra multitud de significados; a este respecto añade: "Una sola palabra tiene un solo significado propio o fundamental; los demás significados son comunes o accesorios o espúreos". Foreiro Lusitano, en muchos lugares de su comentario a Isaías, pero sobre todo al principio del capítulo 8 dice: "Yo siempre he tenido la convicción de que las palabras hebreas tienen un solo significado". Juan Mercero, en sus Anotaciones al Diccionario de Pagnini, y concretamente a propósito de abad, dice: "Oportuno fue aquello que se dijo una vez: en todas partes se aducen muchos y diversos significados para unas palabras; pero sólo los primeros son los propios y genuinos; los demás son metafóricos, a los cuales llega la palabra en cuestión por una especie de similitud o por una extensión del lenguaje". Casi lo mismo dice el rabí Mardocay en sus Concordancias hebraicas. Valla, en el libro 6, cap. 3 de su Contra Nonio Marcelo, dice esto: "¿Quién puede creer que los autores pretendieron dar a una sola palabra tantos significados y que cada uno pretenda darle uno nuevo, como si trataran de confundir la lengua?". Véanse también los capítulos 5, 8, 11 y 12 del mismo libro.

     Reglas generales.

     Y antes de pasar a los ejemplos, voy a dar seis reglas que expliquen claramente el tema y que afirmen mi aserto.

     1.- Esta doctrina debe entenderse en lo que se refiere a los casos rectos de los nombres y de los verbos. Estos son, en efecto, los auténticos nombres. "Catonis y Catoni", dice Aristóteles, "no son nombres, sino casos del nombre, de la misma forma que sanabitur y sanabatur no son verbos, sino casos del verbo". Vana es, pues la objeción de que ducis y duces son al mismo tiempo nombres y verbos y por tanto ambiguos; e igual legis, legi, leges; y auis, animal que vuela, y auis, dativo, de auus; y satis adverbio y forma de sata satorum; y canis, verbo, y canis, nombre, aunque los antiguos escribían haec canes y haec uulpes. En este mismo grupo incluyo los casos rectos del plural que son iguales a otros singulares: así prudentia, en plural, frente a prudentia -ae; igualmente, temperantia, continentia y otros de este tipo. Aunque en este último caso puede darse otra explicación: que los adjetivos no pueden confundirse con los sustantivos, porque no pueden aparecer solos en la oración sin sustantivos. Por ello hay una clara diferencia entre auditus sermo y auditus, -us, entre census homo y census, -us, entre gustatus cibus y gustatus, -us; la misma diferencia hay entre multa con el significado de "castigo" y multa poena, aunque algunos escriben mulcta. En fin, algunos piensan que el adjetivo y el sustantivo son una misma cosa, y no dos.

     2.- Debe tenerse muy en cuenta la primitiva forma y composición de las palabras. De otra forma, se me podrán poner muchas objeciones, incluso en nominativo, de nombres que pueden parecer totalmente ambiguos; así, ligo, -onis, y ligo, -as; lens, con el significado de "lombriz" y de "legumbre"; frons, con el significado de "hoja" y de "parte de la cabeza". A esta objeción respondo así: Antiguamente, según Sosípatro Carisio y M. Varrón, ningún nombre terminaba en dos consonantes; de ahí que encontremos muchas veces Haec sepes, trabes, plebes, fortis. Véanse testimonios de ello en el libro 7 de Prisciano. He aquí las palabras del libro 9 de Varrón: "Sabemos que de las palabras trabes y duces se ha quitado la letra e de la última sílaba, y de ahí que en singular hayan dado trabs y dux". Hasta aquí Varrón. Yo añado: Si cuando se quitan la e o la i quedan tres consonantes, cae la penúltima; así, de frondes, frons; de frontes, frons; de lentis, lens y de lendes, también lens. No debemos, sin embargo, olvidar la distinción de Carisio, cuando dice: "Se escribe fros, sin n, para no confundirlo con frontis, según Plinio"; y cita dos veces a Varrón: Ulmos et populos, unde est fros; y: fros, foenum, messis. Véase lo que dice Lipsio, en Varios, libro 4, 19. Yo, sin embargo, siempre encuentro fruns y frundes en Lucrecio; y según, Servio y otros, así debe leerse también en Virgilio y Ovidio. Se me podrá objetar: "¿Cómo solucionas el problema de ligo?". Respondo: Comprueba que la forma primitiva es ligon, cudon, udon, harpagon, mangon, ya que en los poetas encontramos las formas cudonas y harpagonas. Lo que sucede, como dice Prisciano, es que en latín se suele suprimir la n en estos nombres, como sucede en Plato, por Platon, e igualmente en Vangio, Brito, Agamenno; lo mismo sucede en harpago y ligo en lugar de ligon; y en turbo por turbon, que hace siempre el genitivo en -onis, en contra de las diferencias de gramáticos recientes: efectivamente, las formas turbinis y turbinibus son, según Carisio a partir de textos de César y Plinio, de turben.

     3.- Tampoco deben engañarnos las distintas variantes linguísticas de las lenguas, en las cuales sucede muchas veces que con una sola palabra se alude a muchas cosas. En portugués se dice "un gran rato" y también en español; pero ellos se refieren a un gran ratón y nosotros a un espacio de tiempo.

     Ergo, con el significado de "causa" es un caso de ergon griego; en latín es una conjunción. Quizás se trata de la misma cosa en ambos casos.

     Hic seps, con el significado de fera, es griego y está en relación con la podredumbre. Haec sepes, con el significado de valla, es latino; de este sepes procede seps.

     La forma mna es griega y de ahí mina; en latín, minae significa "amenazas".

     Axis, con el significado de "fiera" es griego; con el de "parte del carro", latino.

     Liber, referido a Baco, es hebreo: de Li, pueblos, y Ban, engendrar; Liber, que es Noé, seffa el engendrador de pueblos. Pero libe,; -a, -um es latino, como libertas. Libe,; -ri, con el significado de "corteza de árbol", tiene breve la primera sílaba.

     Pax, en griego, es un adverbio con el que se pide silencio, si se pone el dedo en la boca, y no un adverbio de admiración, como quieren algunos. En latín significa "descanso".

     Hic o haec calx, con el significado de "calcañar" es una palabra latina derivada de calco; haec calx, o mejor, chalx, con el significado de "ladrillo", es griega. Caper, en su Ortografía, piensa de otra forma, ya que escribe calcs cuando se refiere al ladrillo y calx, cuando se refiere a parte del pie.

     Taurus, referido a un monte de Asia, es una palabra escita en relación con tauru, que significa "productor de ríos"; taurus, referido al animal, es el griego tauros, y de ahí el latino taurus.

     Fucus, con el significado de abeja, es palabra latina; fucus o phucus, con el de púrpura, es griega.

     Gallus, en lengua frigia, significa el río en el que eran castrados los sacerdotes de Cibeles; de ahí que éstos fueran llamados galli. Véase lo que dice Plinio en libro 5, cap. 32; el mismo, en 35, 12: "Con un trozo de cerámica samia los sacerdotes de la madre de los dioses, también llamados galli, se amputan la virilidad"; Ovidio, en Fastos 4: "Por qué llamamos gallos a los que se castran, cuando la tierra gala está tan lejos de la frigia?". En griego gallos significa "blanco"; de ahí que se dé el nombre de gens gallorum a los galos, porque están dotados de cuerpos blancos; de ahí que Virgilio, en Eneida 8, diga esto de los galos: "Rodean sus cuellos blancos de oro". En latín gallus es un ave conocida, pero los que hablan latín suelen añadir gallinaceus, para evitar ambigüedad. Véase Jenofonte en Homónimos.

     4.- La cantidad de la sílaba distinguía palabras con suficiencia y frecuencia en latín; nosotros no percibimos esta diferencia salvo en verso. Así, populus con la primera larga es un árbol y con ella breve, es turba; palus, -udis tiene la primera breve, y palus, -i, la tiene larga; uter, -tris tiene la primera larga, uter -a, -um la tiene breve; labor, si es nombre, tiene la primera breve y si es verbo, la tiene larga; colo, -as alarga la o, colo, -is, la abrevia; sinus, con el significado de regazo, es breve, con el de vaso, largo; pila, instrumento de juego, tiene la primera breve, ya que tiene que ver con piléo, "igualar", pero pila referida al montón de leña donde se coloca el cadáver la tiene larga, como si se tratase de pinsa o pisa, derivadas de pinso; pero, en Eneida 6, donde se lee Saxea pila cadit, yo preferiría leer saxea pyla cadit, ya que pyla también significa columna; compilare no procede de ninguna de estas dos palabras, sino del griego, según el testimonio de Turnebo, ya que en eolio se llama pileten al ladrón, y Hesíodo le llama phileten. Véase lo que dice José Escalígero a propósito del comentario que Festo hace de compilare. Plagae, con el significado de "cuerdas que sujetan las redes de una parte a otra cuando se tienden", o con el significado de "regiones del mundo", que en griego se llaman climata, tiene la primera breve; con el significado de herida es larga. Anus, con el valor de vieja, es breve, con el de ano, larga. Acer; -eris, referido a un árbol, es breve, acer; acris y acre, largo. Os, oris, de donde deriva osculum, tiene la primera larga, os, ossis, la tiene breve, según el testimonio de San Agustín en su Gramática y en el libro 3, cap. 3 de La doctrina cristiana; Lucrecio, libro 3: Exos et exanguis tumidos perfluctuat artus.

     5.- El acento diferenciaba también palabras ambiguas. Y no me refiero a los ridículos sane, palam, porro. Estas palabras, en efecto, entre los antiguos y antes de Quintiliano, no podían producir confusión, de acuerdo con la regla primera, por cuanto porro, con el significado de "después", es simplemente palabra griega. Me refiero a palabras menos conocidas y totalmente identificables por nuestros oídos. Efectivamente, el seps griego se pronunciaba de forma distinta que el seps latino: el primero se pronunciaba con "eta", es decir, con larga; el segundo con "epsilon", es decir, breve. Pero ilustremos esto con el testimonio de los sabios.

     Festo Pompeyo dice: "Lustra tiene el significado de lagunas de lodo que hay en las selvas y que sirven de cubil a los jabalíes; de ahí que de aquellos que pasan la vida entregados al vientre y a la desidia en lugares escondidos y sórdidos se diga que pasan la vida in lustris. Pero cuando se alarga la primera sílaba de esta palabra, tiene el significado de periodo de cinco años, o bien de purificación del pueblo. El primero deriva de lutum, "lodo", y el segundo de lueo, "lavar". "Adeo", dice el mismo Festo, "tiene dos significados: si la primera es aguda, significa lo mismo que accedo: así cuando decimos adeo praetorem; pero si la aguda es la segunda sílaba, tiene el significado usque eo; esta última formación no es lógica, sino que responde a un antiguo uso, por cuanto la preposición ad es propia de acusativos". Véase lo que dice Festo en ergo, muscerda, parret, pone, sagaces, quando, y lo que dice Gelio, en libro 6, 14, a propósito de quiesco.

     Marco Varrón dice: "Algunos nos critican porque decimos que pluit y luit están en pasado y en presente, cuando las regularidades de cada tiempo exigen diferencias. Se engañan, porque no es como ellos piensan, ya que en el pasado pronunciamos u larga, y en el presente u breve. Por eso, en la ley sobre la venta de terrenos decimos ruta caesa con la u larga".

     Donato, a propósito de la frase terenciana Filium perduxere ut una esset, hace esta glosa: "Es decir, para comer; tiene e breve"; y a propósito de Ut de symbolis essemus, dice: "Mejor essemus con e larga". Yo pienso que Donato se equivoca, aunque demuestra nuestro aserto.

     Cicerón, en El orador, dice que inclytus tiene la primera breve, mientras que insanus la tiene larga.

     Véase al respecto pluchrum, en Gelio, libro 9, 6.

     6.- "El eufemismo, es decir "palabra de buen agúero", dice Demetrio Falerio, "es una figura mediante la cual se pronuncian con buenas palabras cosas odiosas, y hechos impíos con palabras pías. De ahí que se usen muchas palabras con el significado contrario del que tienen; así el uso frecuente de benedicere por maledicere en las Sagradas Escrituras, como en Reyes 3, 21: Benedixit Naboth deum et regem; en Job, 1: Nisi in facie benedixerit tibi; en el mismo libro, cap. 2: Videbis quod in facie benedicat tibi; en el mismo capítulo: Benedic deo et morere. También sperare por temere; y potiri hostium y potitus hostium se usan en Cautivos de Plauto con el valor de captiuum esse. Y en el Digesto, leyes 11 y 12 Sobre los cautivos y su derecho de vuelta, y en la ley 192 Sobre el significado de las palabras, se usa sacer con el valor de execrable. Los antiguos observaban con gran cuidado los augurios, y sobre todo aquellos proferidos por boca del hombre, llamados omina; "alfil toledano" en castellano 19 Cicerón, Sobre la adivinación 1: "Los pitagóricos no sólo observaban las voces de los dioses, sino también las de los hombres, llamadas omina; nuestros antepasados, como pensaban que esto tenía validez, comenzaban todos sus hechos con estas palabras: Que me sea bueno, favorable, agradable y afortunado; y en los asuntos divinos, que se hacían públicamente, se pedía a los asistentes que los favorecieran con sus palabras etc.". Yo pienso que "favorecer con palabras" no significa "estar callado", como piensan muchos, sino "decir buenas palabras", puesto que creían que se estropeaban los ritos sagrados, si se pronuncian palabras duras, malas u ominosas. Tibulo, libro 2, 2: "Se acerca el cumpleaños; pronunciemos buenas palabras ante el altar. Mujer o varón que estás aquí presente, favorece con tus palabras"; Ovidio, en Fastos 1: "Sale una luz próspera; favoreced con vuestras palabras y vuestras almas: en un buen día hay que pronunciar palabras buenas"; Horacio, Odas 3: "Perdonad las palabras de mal agüero"; Terencio, en Andria: "Por favor, buenas palabras", es decir, "habla bien"; el mismo, en la misma comedia: "Que vivan quienes buscan la discordia", que quiere decir "mueran". Pero pasemos a los ejemplos.

     Adoleo y adolesco significan "crecer", pero en la Biblia -como señala Servio al comentar la frase Pancheis adolescunt ignibus arae, del libro 4 de las Geórgicas- significa "quemar" y "arder": ello, por la figura llamada eufemismo; como la víctima y el altar crecían y aumentaban con guirnaldas, incienso, vino y entrañas, se dijo adolescere (crecer) por quemar. Véase lo que dicen Festo y Nonio.

     Por la misma razón se utiliza mactare con el significado de "matar", cuando en realidad significa "aumentar", es decir, magis auctare: de ahí que mactus sea igual que magis auctus. Servio, al comentar la frase virgiliana Mactant lectas de more bidentes, dice: utiliza una palabra sagrada por eufemismo, como ocurre con adolere.

     Recte es usado con el significado de “nada”, “no” ,o “mal”. Terencio, en Heautontimorumenos: Tum quod dem ei recte est, nam nihil esse mihi religio est dicere; el mismo, en Eunuco: Nunquid uis? C. - Recte, es decir “no”, o “en absoluto”; Plauto, en Asinaria: Haec recte quae tu in nos dicis, aurum atque argentum merum est.

     De sacer dicen que es una palabra de significado neutro, como la griega anatema, y que puede entenderse en bueno o en mal sentido. Pero qué se entiende por hombre sacer o anathema, debemos buscarlo en la antiquísima historia que cuenta José Zetses, en su Historia, milenio 5, cuyos versos he traducido así: "En otro tiempo, cuando la peste, el hambre u otra calamidad azotaban a una ciudad tocada por la ira de los dioses, la catarsis consistía en una purga de este tipo: Un hombre deforme, como purga y fármaco, era llevado al sacrificio delante de todo el mundo; cuando llegaba al altar, le ponían en las manos queso, higo y trigo; después azotaban siete veces las partes pudendas de la víctima con piedrecillas, cabrahigos y otros azotes agrestes; y sus miembros ofrecidos a los dioses ardían con las ramas de árboles agrestes; finalmente lanzaban al viento hacia el mar las cenizas sagradas como alivio de la enferma ciudad". Estas y otras cosas son de Zetses, quien cita como testimonio a Licofrón e Hiponacte. El mismo, en Historia 239, milenio 8, añade que solían derramar las cenizas por toda la ciudad. Suidas, bajo el epígrafe Peripsema, añade que los ciudadanos solían antes decir anatemas de este tipo: "Sírvenos de purga, salvación y redención". Entre los hebreos, un sacrificio de este tipo era llamado Azazel, es decir, "macho cabrío emisario"; este termino es derivado, en Levítico 16, de Ez, "macho cabrío", y Azal, es decir, "va". En griego se utiliza el término Apotropaeon o Apopompaeon, es decir, "expulsión de males", y también se utiliza con propiedad el término Anathema. Así pues, sacer en latín es lo mismo que anathema en griego y es tomado con el significado de "execrable" por eufemismo. Sin embargo, el monje Menesio, quien escribió sobre los acentos, soluciona el problema de otra forma: defiende, en efecto, que en la Biblia hay dos palabras, anáthema y anathéma: el primero, con acento en la antepenúltima y con épsilon en la penúltima, es tomado siempre en el mal sentido con el valor de execrable; el otro, con acento y eta en la penúltima, es decir, con e larga, es tomado siempre con el valor de regalo u objeto dedicado en los templos. Yo he comprobado, en efecto, que estas palabras se encuentran escritas en la Biblia griega de la forma indicada, pero no alcanzo a comprender cómo de una sola palabra, anathema, salen dos nombres con significado contrario. Léase anáthema o anathéma, la palabra es una sola, como sacer en latín. ¿Qué significa entonces esa frase tan repetida en los concilios, Anathema sit? Pienso, en primer lugar, que puede estar tomado eufemísticamente, Como benedicere por maledicere; es como si se dijera: Anathema sit, es decir, benedictus sit; y ello, porque no está bien que varones santos maldigan. En segundo lugar, puede interpretarse en el propio y genuino significado de la palabra: Anathema sit, es decir, conviértase en pecado por todo el pueblo, sea una entrega, llévese los pecados del pueblo". Así, San Pablo, en Carta a los romanos 9, deseaba ser, tras Cristo, anatema en favor de sus hermanos, o sea, deseaba entregarse y convertirse en hostia a partir de Cristo, es decir, tras Cristo. Y es que Cristo fue hostia y se convirtió en pecado por nosotros, a pesar de que él no tenía pecado; y en verdad, él llevó nuestra debilidad y soportó nuestro dolor. Festo, a propósito de sacer, dice algo oscuro, que después es aclarado por Macrobio, en Saturnales, 3, 7. Sin embargo, la frase de Virgilio, auri sacra fames, es otra cosa, ya que en griego ieron, que equivale a sacrum, suele tener el significado de "grande" de ahí que os sacrum equivalga a os magnum y morbus sacer a morbus magnus o comitialis (crónica). Así se expresa Plutarco en La técnica ganadera. De ahí que el proverbio sacram ancoram soluere signifique "soltar el ancla grande".

     Alter en los augurios era una palabra con el significado de "no bueno", según dice Festo al hablar de la expresión altera auis. En el senado el cónsul decía: "Quienes estáis de acuerdo con esto, pasad a este lado; quienes piensen alia, a aquel otro", es decir quienes se opongan o disientan. Cicerón, en Cartas a familiares 1: "En el tema de los tres legados muchos se fueron in alia omnia", es decir, disintieron; y en el libro 10: "El senado le abandonó y se apartó in alia omnia". Véase el Suidas en Eumenides y Callias; y véase también lo que digo más adelante a propósito de la antífrasis en Eumenides.

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