[9.antífrasis]
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CONTRA LA ANTÍFRASIS DE LOS GRAMÁTICOS Hasta la náusea repiten los gramáticos ignorantes la figura de la antífrasis. Afirman, en efecto, que las Parcas se llaman así porque a nadie parcunt (perdonan); el lucus (bosque) se llama así porque no lucet (luce); y así hasta seiscientas monstruosidades. Yo mostraré que éstos, en este tema y en otros, están a media luz o, mejor, a oscuras. En primer lugar, ignoran lo que significa la propia palabra "antífrasis": el término frasis no se refiere a una sola palabra, sino a una oración o modo de hablar; por ejemplo, ¿es una frasis latina opus habere o no lo es?; si antifrasis fuera lo que ellos creen, esa expresión debería ser llamada de otra forma. Yo no digo que no exista la antífrasis; lo único que aseguro es que es algo muy distinto a lo que ellos aseguran. Es, en efecto, cierto tipo de ironía, por cuanto decimos negando algo que debía ser afirmado; por ejemplo, "no me desagrada", "no discute mal", con el valor de "me agrada", "discute bien". Palabras de Plutarco, al comentar a Homero, son estas: ἔστι καὶ ἀντίφρασις λέξις, τὸ ἐνάντιον ἤ τὸ παρακείμενον σημαίνουσα, que quiere decir: "La antífrasis es una frase -éste es, en efecto, el significado de léxis, según dice Aristóteles al comienzo del libro 3 de la Retórica- que significa lo contrario de lo que se dice". Confirma esto con un ejemplo de Homero: "Y Aquiles no se alegró al verlos", lo cual, dice, quiere significar lo contrario, es decir, "al verlos se puso triste". Hasta aquí Plutarco. También Julio Rufiniano incluye a la antífrasis, no entre las figuras de palabras, sino de pensamiento; pero yo no estoy de acuerdo con él porque dice que esta figura se llama en latín omissio, como cuando damos la impresión de omitir lo que sin embargo estamos diciendo. Así en Virgilio: "¿Por qué voy a recordar ahora la destrucción a fuego de la armada en el litoral Ericio?" Hasta aquí he hablado del significado del término. Ahora discutiré el contenido. Si creemos a Platón, en el Cratilo, y a Aristóteles, en el libro 3 de la Retórica, que dicen que los nombres son simulacros e imágenes de aquello a lo que imitan y nombran, sería de extrema demencia tomar una palabra por su significado contrario; pues ¿qué más rebuscada que llamar "leve" a una cosa que es "grave"? Y no es un obstáculo la frase de Terencio y otros, "Buen hombre", con el significado de "malvado", porque esto es pura ironía, ya que indicamos lo contrario; y una cosa es crear una figura y otra poner nombre a las cosas. Además, la ironía va acompañada de pronunciación y de gesto, los cuales indican lo que se quiere, mientras que la antífrasis, si existiera, indicaría lo que indica por sí misma. Quintiliano recoge la antífrasis en el libro 8, capítulo de la ironía. El comentarista de Aristófanes, bajo el epígrafe scholia, dice que las palabras no se usan con su significado contrario; lo dice así: τά γὰρ δύσφημα ἐπί τὸ εὐφημότερον μεταλαμβάνεται, οὐ μὴν τούμπαλιν, que quiere decir: "Las palabras fuertes y de significado malo adquieren uno bueno, pero no a través de su significado contrario". El comentarista de Nicandro, al comentar la frase de Homero κύνας ἀργοῦς dice que es un eufemismo por ueloces, porque ἀργός significa siempre perezoso, es decir, ἀεργός, "que no hace nada". Agustín Dato ya hace tiempo que vio que la antífrasis de los gramáticos es un vano intento. Editó al respecto un pequeño libro sobre las nueve palabras llamadas erróneamente antífrasis. Yo, de la misma forma que alabo su diligencia, porque vio algunas cosas correctamente, así también disiento sobremanera de él en la explicación de las etimologías, como mostraré en su lugar. Estas son las palabras que él discute: Manes, lucus, bellum, officium, Parcae, ludus, ocium, caelum, Eumenides. Yo añadiré otras que también deben ser rechazadas. 1. Manes. Dicen que se llaman Manes, porque no son buenos. Y lo demuestran con el testimonio de Servio, quien comenta el texto sobre el túmulo de Polidoro del libro 3 de la Eneida así: "Los manes son las almas que han salido de unos cuerpos y todavía no han entrado en otros. Son, sin embargo, terribles, y se llaman así por antífrasis, porque manum significa bonum; de ahí mane; lo mismo sucede con Eumenides, Parcas, bellum, lucum. Otros ponen en relación Manes con manar, ya que todo el espacio que hay entre el círculo lunar y la tierra está lleno de almas, las cuales "manan" de ahí. Otros consideran a los Manes dioses infernales". Hasta aquí Servio. Agustín Dato hace derivar el término de la palabra griega maniasis, que significa locura o insania, o bien de "manar"; dice, en efecto, que "manar" no sólo se refiere a las aguas que fluyen, sino también a la emisión de rayos del sol; por eso mane tiene su origen en el hecho de que a esa hora empieza a "manar" el sol. Así Dato. Pero la cuestión es de muy distinta forma. Varrón, en Sobre la lengua latina, dice: "Los antiguos llamaban manum a lo bonum". Nonio Marcelo dice: "Manum significa clarum; de ahí que la primera parte del día, tras las tinieblas de la noche, se llame mane; de ahí también Matuta, que en griego es Leucothea". Y de ahí, dicen, que se llamen así los dioses Manes, es decir, "buenos" y "prósperos". Festo Pompeyo dice: "Los antiguos llamaban manar al momento en que los rayos del sol naciente empiezan a expandir su esplendor; por ello, pensaban que se llamaba así a la mane (mañana). Otros piensan que se llama mane, porque manum significa bueno". Y poco después: "Dijeron mane a partir de los dioses Manes, pues mana significa bona; de ahí mater Matuta y poma matura". Y en otro lugar: "Los antiguos la llamaban Mater Matuta por su bondad, y llamaban maturum a lo que ya era apto para comer, y mane al comienzo del día, y a los dioses infernales manes, como si fueran invocados para bien". En cuanto a Festo, no consta su opinión por el mal estado de los códices; sin embargo, deduzco que pone en relación a Manes con manum, que significa bonum. Acronte, en su comentario a Horacio, dice: "Dioses Manes son dioses buenos, porque manum es bonum; los antiguos distinguían el alma del cuerpo, y al alma la llamaban manem deum". Hasta aquí Acronte. Cicerón, en Sobre las leyes 2: "Sean santos los derechos de los dioses manes". Pero no llegaría a ninguna conclusión si yo intentara llegar a un denominador común en relación con lo que dicen Platón, Plotino, Porfirio, Psello, Proclo y Apuleyo sobre los manes, lemures y lares; y es que ninguno de ellos coincide con el otro. Agustín, en La ciudad de Dios, 9, 11, explica así una frase de Plotino: "Dice que las almas de los hombres son espíritus, y que, después de ser hombres, se convierten en lares, si han sido buenos, y en lemures o larvas, si han sido malos; y que se les llama manes, cuando no se sabe si merecen estar entre los buenos o entre los malos". Así Agustín. Apuleyo, en El dios de Sócrates, tras haber explicado el concepto de lemures y de larvas, continúa: "Cuando no se sabe qué suerte les ha correspondido a las almas, si es un lar o una larva, les dan el nombre de manes, y, para honrarlas, les dan el nombre de dioses; y es que llaman dioses a aquellos que una vez recorrido justa y prudentemente el camino de la vida son admitidos por el pueblo en los templos y ceremonias; así en Beocia, Anfiarao; en África, Mopso; en Egipto, Osiris; y otros en otros lugares; Esculapio en todas partes". Hasta aquí Apuleyo. De aquí surgió aquella frase tan común en los sepulcros, cuyo significado veo que muchos ignoran: D. M. ACHILLIS, es decir: Diis Manibus, Achillis; piensan, en efecto, que el sepulcro está dedicado a los dioses infernales. Por ello, nuestros cristianos, para que el presagio fuera mejor, enmendaron o, mejor, corrompieron así: "DEO OPTIMO MAXIMO SACRUM". Pero Diis manibus Achillis o Aiacis equivale a: "consagrado al propio Aquiles" o al "Genio de Aquiles". Finalmente, yo creo que el que mejor explica el significado de Manes es Pomponio Mela, libro 1, cuando habla de los Augilas Nasamones, es decir, "arenosos": "Los augilas", dice, "sólo consideran dioses a los manes; por ellos juran, a ellos consultan como oráculos, y, tras pedirles lo que quieren, cuando ya se han tumbado sobre el túmulo, obtienen como respuesta sueños". Estas palabras están tomadas de Herodoto, en Melpomene, cuando habla de los Nasamones de esta forma: "Recurren a este juramento y oráculo: juran en el nombre de aquellos de los que se dice entre ellos fueron justos y buenos; practican los oráculos tocando sus sepulcros y volviéndose a sus estatuas; y una vez que han hecho las preces, se duermen; y hacen uso de cualquier cosa que hayan soñado durante el descanso". Mela, pues, llamó manes a los que Herodoto considera como justos y buenos tras la muerte. Plinio, al tomar estas palabras de Pomponio, las cambió de la siguiente forma: "Los augilas sólo adoran a los dioses infernales". Y, a su vez, de Plinio las toma Solino: "Los augilas sólo adoran a los dioses infernales". Que ellos vean si corrigieron bien o no. Virgilio, en Eneida 6, dice estas oscuras palabras: "Que cada uno soporte sus propios manes", que yo interpreto así: De la misma forma que quienes hicieron daño o mataron a otros, soportan a los lemures y larvas de los muertos, como Orestes y otros, así Anquises y otros héroes tuvieron que soportar a sus propios manes, es decir, no pasaron al Elíseo, hasta que no purgaron sus propios crímenes. 2.- Lucus. Dicen que lucus deriva de "lucir", porque no brilla nada. Dato, al rechazar esto, dice: "Confieso que procede de lucir, pero de ninguna forma por antífrasis". El mismo considera que Quintiliano pensaba que se decía lucus por antífrasis; pero se engaña, como se engañan los gramáticos cuando, apoyándose en Quintiliano, derivan lucus de "lucir" por antífrasis. Es más, el propio Quintiliano se burla de los que discurren tales cosas; dice, en efecto, en 1, 6: "¿Vamos a permitir que algunas palabras deriven de sus contrarios? ¿Como lucus, porque es oscuro por su sombra y porque luce poco; como ludus, porque en nada se parece a un lusus (juego); o como Dis, porque en absoluto es diues (rico)?". Hasta aquí Fabio. Yo, por mi parte, dejando a un lado otras razones, pienso que lucus deriva de una palabra etrusca. Varrón dice, en efecto, en los Orígenes, que luceres y lucumones son palabras etruscas; ciertamente lucá, con acento en la última, es una palabra etrusca, según dicen los talmudistas, y significa anciano o senador. Y de la antigüedad y carácter sagrado de los bosques (luci) están llenos los libros de los poetas. Virgilio dice: "El templo de Pico era horrible por sus selvas y la venerabilidad de sus antepasados", es decir, era, como explica Servio, venerable. Pero es en Lucano donde nos queda una elegante descripción de lucus: "Había un lucus inviolado a lo largo de todos los tiempos etc." 3. Bellum. Se llama bellum a la guerra, dicen, porque no es bella. Dato se ríe de esta etimología e intenta hacer derivar esta palabra de bellua, "bestia", poniendo como testimonio lo que dice Cicerón en Sobre los deberes 1: "Hay dos tipos de lucha: uno mediante discusión y otro mediante la fuerza; el primero es propio del hombre, el segundo de las belluae; se recurre al segundo, cuando ya no se puede luchar con el primero". Pero Dato se equivoca: las palabras de Cicerón no prueban nada relativo a la etimología de la palabra. He aquí la verdadera explicación: los antiguos decían duellum a lo que después se llamó bellum; de Cicerón son estas palabras en el Orador perfecto: "¿Qué más licencia que contraer incluso los nombres propios, para que se pronuncien mejor? Efectivamente, duellum lo pronunciaron bellum; duis, bis; y al Duelio que venció a los cartagineses en el mar, le llamaron Belio, mientras que sus antepasados fueron llamados siempre Duelios". Estas palabras de Cicerón permiten que nos burlemos de los gramatiquillos que solían establecer diferencia entre duellum y bellum, cuando significan lo mismo, con la única diferencia de que la primera es más antigua y la segunda más reciente. Horacio utiliza la forma antigua cuando dice: "Grecia estuvo enredada en lento duelo con los bárbaros". Véase lo que dice Festo a propósito de duellum, duicensis, duidens hostia, duis, duonum, bonum. 4. Officium. Officium, dicen, está en relación con officere, "obstaculizar", porque un officium no sirve de obstáculo ni de daño a nadie. Esta opinión es rechazada con razón por Agustín Dato, apoyándose en la idea de San Ambrosio, cuando en el libro de los Deberes (officia) dice: "Officium, cambiando la o, es lo mismo que efficium; el cambio de vocal se produce por elegancia". Hasta aquí Ambrosio. Donato, al comentar el Adelfos, lo demuestra claramente cuando dice: "Officium es como efficium, que tiene que ver con efficere, hacer; es lo que compete a cada persona según sus cualidades". 5. Ludus. Se llama ludus a la escuela, porque en ella, dicen, se está muy lejos del lusus (juego); y citan a Quintiliano, libro 1, 6. Pero Quintiliano, como dije, se ríe de los que piensan tal cosa. Dato se desenvuelve mal en esta cuestión, ya que lo explica diciendo que el ludus literario no toca disciplinas serias, sino sólo la gramática y la enseñanza primaria, las cuales, comparadas con los grandes y elevados estudios de la ciencia y de la filosofía, son una especie de lusus (juego). No es difícil explicar hasta qué punto se engaña Dato, ya que nos consta que se llaman ludos las escuelas de los más profundos gramáticos. Cicerón, en el Orador: "Isócrates, maestro de todos estos, de cuyo ludus, cual si de un caballo de Troya se tratara, salieron innumerables primeras series". Incluso dándole la razón a Dato, no por ello está clara la etimología de ludus. Busquemos, pues, la primitiva etimología del término y hablemos después del ludus literario. Para responder correctamente a la cuestión, advierto que la letra griega “y” era transcrita constantemente por "u" entre los latinos: así phyo fue transcrito por fuo; lyo, como luo; phyga, como fuga; así, la palabra ludus procede de los lydii; es más, el propio Plauto en Aulularia llama ludios a los lydios. La historia de la cuestión es narrada así por Herodoto, en Clión: "Los propios lidios dicen que ellos inventaron los ludos (juegos), ya que todavía los griegos tienen los mismos que ellos; y que, una vez inventados, fueron trasladados por los colonos a Tirrenia, es decir, a Tuscia; y cuentan que todo sucedió así: en tiempo de Atis, hijo del rey Manis, hubo por toda Lidia una enorme escasez de alimentos; hasta tal punto llegó, que los lidios, en su angustiosa situación, no cesaron de buscar remedios para este mal, y cada uno de ellos discurría distintas cosas; inventaron entonces el ludus de los dados y de los cubos, y de la pelota, y todos los otros tipos de juegos, excepto el de la taba, cuya invención no reivindican los lidios. Para matar el hambre se pasaban un día jugando, con el fin de no atormentarse en la búsqueda de alimentos, y otro, dejando los juegos, se alimentaban. De esta forma vivieron dieciocho años". Hasta aquí Herodoto. Hesiquio dice que los lidios inventaron los espectáculos y que por ello los romanos los llamaron ludos. Suidas explica lydiasein y lydisein como "vivir a manera de lidios". Esto es lo que hay sobre la etimología verdadera. En una segunda acepción ludus es tomado por ejercicio": así el ludus de la pelota; en griego gymnasia y gymnasein significan hacer ejercicios en la palestra, en las pesas, en el disco y en otras muchas cosas de este tipo. De ahí que, de la misma forma, el ludus literario es la gimnasia o el ejercicio de las letras. 6. Parcas. Servio, al comentar la frase virgiliana Sic uoluere Parcae, dice: "Se llaman así por antífrasis, es decir, porque significan lo contrario: no perdonan (parcant) a nadie; de la misma forma lucus, porque no luce; bellum, porque no hay nada bello en ella". Agustín Dato, al comentar la misma frase virgiliana siguiendo a Servio, no acepta la antífrasis y teje una larga discusión sobre el nombre parcus, del cual hace derivar después Parcae, porque, dice, nos dan la vida con parquedad, ya que, en palabras de Plinio, ¿qué hay más recortado y más breve que la vida más larga de los hombres? Pero a mí lo que más gracia me hace es la explicación de Varrón, transmitida por Aulo Gelio, en libro 3, 16, de la siguiente forma: "Dice Varrón que los romanos no aceptaban rarezas de este tipo, que parecían monstruosidades, sino al noveno o décimo mes; y que pensaban igualmente que la gestación normal de una mujer no puede ir más allá de estos nueve o diez meses; de ahí sacaron los nombres para las tres Parcas: de parir, de nono y de décimo; efectivamente, dice, Parca procede de partus, con el simple cambio de una letra; y Nona y Decima aluden a los meses de un parto normal". Estas son las palabras de Gelio. Sin embargo, las tres Parcas representan a las hijas de Júpiter y sus nombres y funciones están recogidos en este verso: "Cloto tiene el hilo, Laquesis teje, y Atropos corta". 7. Eumenides. Las llamadas Furias por los latinos, eran las Erinnyes y Eumenides entre los griegos. Son, como dice Orfeo, Tisifone, Alecto y la celeste Megera. Algunos piensan que se llaman Eumenides a partir de eumeneía, es decir, "benevolencia" -eumeniso significa, en efecto, agradar-, porque no son benévolas, sino inhumanas y crueles. Dato interpreta bene furentes, a partir de eu, bien (bene), y maino, enloquecer (furere). Pero se equivoca, ya que en este caso se escribiría con diptongo ae: Eumaenides. Más se acercan los que defienden que se llamaban así por eufemismo, es decir, para no molestarlas. En los templos, en efecto, se enunciaban todas las malas palabras por medio de sus contrarios: la "muerte", con el término de "vida"; "matar", con el término de "quemar" (cremare); "no", con "sí" (recte). Yo, por mi parte, lo interpreto de forma muy distinta, ya que defiendo que con el término Eumenides se indicaba "piadosas" y "dulces"; y esto no es difícil de demostrarlo a partir de Suidas, cuyas palabras traduzco al latín así: "Dicen que las Eumenides, Erinnies, diosas subterráneas, reciben su nombre de Orestes; se dice, en efecto, que él fue el primero que las llamó Eumenides, es decir, dulces y piadosas, porque conoció su benevolencia; a ellas sacrificó incluso una oveja negra tras ser absuelto del asesinato de su madre en el Areópago"; y poco después dice: "Incluso Esquilo, en su tragedia Eumenides, nos transmite que éstas fueron aplacadas por Minerva en el juicio de Orestes y que consiguió de ellas que no se mostraran terribles con él; de ahí las llamó Eumenides, es decir, propicias". Esto lo he tomado de Suidas. 8. Otium. Pretenden que el ocium se llama así porque no es ocyus (rápido) ni veloz, sino más bien lento y tardo; ocys en griego significa, efectivamente, veloz; de ahí que se llame ocymum a un tipo de legumbre que nace con rapidez; y ocyus es el adverbio correspondiente. Dato, al intentar rebatir esta opinión, se pone neciamente a filosofar no sé qué sobre la vida contemplativa y activa: concretamente, que en el ocio la mente se mueve con más rapidez que en la actividad, y por ello afirma que el ocium se llama así por la actividad rápida de la mente; y encima, que me perdonen las musas, intenta demostrar que ocyum se debe escribir con "y" y con "c". Pero ¿quién que esté bien de la cabeza ha escrito alguna vez ocium y negotium con "y"? Pierio, al comentar a Virgilio, dice radicalmente que otium se debe escribir con "t". Aldo, en su Ortografía, dice: "Los libros antiguos lo escribían siempre con t; y el gramático Q. Papirio dice que sólo puede encontrarse el sonido de la letra Z en aquellas palabras y sílabas que constan de una t y una i y sigue una vocal cualquiera, como Tatius, otia, iustitia y semejantes". Yo acepto su opinión de mejor grado que la de aquellos que escriben induciae y ocium con c, dejándose llevar por la autoridad de Donato; dicen, en efecto, que éste escribió que las treguas se llaman induciae, porque en ellas se produce el ocium; yo no acepto esto, porque también pudo escribir que se llaman indutiae, porque en ellas se produce el otium; esto último confirmaría mi tesis". Hasta aquí Aldo. Pero, ¿se me pregunta de dónde viene otium? ¿Acaso es necesario descubrir la etimología y el origen de todas las palabras? El conocido gramático Cosconio, según Varrón, reunió alrededor de mil palabras en lengua latina, sobre cuya etimología no pudo dar razón. Las llama, en efecto, primitivas, como son lego, scribo, sto, sedeo; en este grupo quizás haya que incluir otium, de donde deriva negotium, que sería nec otium. 9. Caelum. Celum lo hacen derivar de celare, "ocultar", porque está abierto y no cubierto. Pero nadie escribe caelum sin diptongo ae o oe. Si con ae, se dice que deriva de caelare, es decir, "grabar"; si con oe, deriva del griego koílo, es decir, "cóncavo". Plinio, en el libro 2, cap. 2: "Que su forma es una especie de globo a la manera de un círculo redondo lo demuestran en primer lugar su nombre y el acuerdo común de todos los hombres que le llamaron orbe, pero también los hechos"; en el mismo libro, cap. 4: "Le llamamos caelum sin duda porque está como cincelado (caelati), según entiende Varrón". Esto lo dice Plinio; pero las palabras de Varrón, aunque nos han llegado corruptas, parecen decir otra cosa; éste, en efecto, dice en el libro 4 de Sobre la Analogía: "Elio dice que se llama caelum porque está cincelado (caelatum), o, por antífrasis, se le llama cerrado (celatum), porque está abierto. Menos mal que posteriormente el propio Elio reconoció que más bien celare (ocultar) procede de celum (cielo), rechazando que caelum proceda de caelare. De todas formas la etimología de celare (ocultar) pudo explicarse mejor por el hecho de que de día el cielo está tapado que por el hecho de que de noche no lo esté. Yo pienso más bien que cauum (cóncavo) deriva de chao, y de cauum, coelum, ya que, cuando dije 'alrededor de éste y por encima de él contiene a la tierra abrazándola', me refería al coelum cauum. Por ello dice Andrómaca a la noche: 'Tú que produces las concavidades del cielo con el carro portador de estrellas'; y Agamenón: 'En el alto escudo del cielo'; el escudo, es, en efecto, cauum (cóncavo); y Ennio, refiriéndose a la concavidad del cielo: 'Las ingentes bóvedas del cielo'. Por todo lo cual, de cauum procede cauea (cueva), y caulae (cavidades), y conuallis, que sería un valle cavado, y cauaedium (patio de la casa), como quiera que surge como algo cavado; de donde, según Hesiodo, todo procede de cahos; de cauum procede coelum". Hasta aquí Varrón, con el que está de acuerdo Lucrecio cuando dice: "Caulas (concavidades) del cielo". Yo, pues, escribo coelum con oe de acuerdo con los sabios y considero corruptas las palabras de Plinio al citar a Varrón, las cuales pienso que se deben leer así: "Le llamamos coelum sin duda porque está como cóncavo (cauati), según entiende Varrón". Hasta aquí he hablado de las nueve palabras que trató Dato para refutaras. Pasemos a otras que constantemente son aducidas como antífrasis por gramáticos y retóricos de renombre. 10. Morus. Plinio, en el libro 10. cap. 21, dice: “Como el morus, que es el primero de los árboles urbanos que germina; lo hace recién acabado el invierno; por ello se le llama el más sabio de los árboles”. De estas palabras de Plinio toman pie muchos para decir que se llama morus por antífrasis, ya que es un árbol en absoluto tonto; móòros, en efecto, significa "tonto", "demente". Alciato, en los Emblemas, tras haber hablado del almendro, añade: "El perezoso morus no germina sino pasado el frío, llevando el falso nombre de sabio". Sin embargo, Plinio no quiere decir eso, y, si quisiera, yo no lo suscribiría. La situación es ésta: hay muchos nombres griegos que se esciben con au y que en latín llevan unas veces au y otras o; así ταῦρος, taurus; αὐλὴ, aula; Καύκασος, Caucasus; αὔριον, aurum. "La orata", dice Festo, "es una especie de pez que se llama así por su color de oro (aurum), que en lenguaje rústico era orum, como auriculas es oriculas. Por ello, a un Sergio, que era riquísimo, dicen que le llamaban orata, porque llevaba dos grandes anillos de oro". Hasta aquí Festo. Pero hay más: muchas veces au se convertía en o entre los antiguos, como sucede en cauda, coda; Caurus, Corus; plaustrum, plostrum; cautes, cotes; caudex, codex; plaudo, plodo, explodo; Plautus, Plotus; cautio, cotio, como atestigua Plauto: Nihili cotio est. Pues bien, de la misma forma, de μαυρός, oscuro , negro', deriva morus, cuyo fruto es negro; y mucho más cuando en griego es usual moréa para referirse al mismo árbol. En español aparece muchas veces una o a partir de un au latino; así, taurus, toro; aurum, oro; laurus, oro; pausas, posas; maurus, moro, moral; laus, loor; laudare, loar; Paulus, Polo; cauda, cola; causa, cosa; paucum, poco; audire, oír; auditus, oído; cautum, coto; caules, coles. Y en italiano moro significa oscuro; así Tarso en Amadís, canto 57: "Un gigante con el rostro quemado y moro (oscuro)". 11. Miles. De Festo Pompeyo son estas palabras: "Elio piensa que se dice miles a partir de mollitia por antífrasis, dado que lo que tiene que soportar un soldado no es llevadero, sino duro; de la misma forma llamamos ludus a aquello en lo que de ninguna forma hay diversión". Esto lo dice Festo con muy poca fortuna. Ulpiano, en el libro 29, ley 1, sobre el testimonio militar, dice: "Se llama miles a partir de malitia, es decir, a partir de las calamidades que tiene que soportar por nosotros; o a partir de multitudo; o de malum, del que suelen libramos; o de la palabra griega χίλιοι (mil), de donde deriva χιλιασύς: los griegos, en efecto, llaman τᾶγμα (cuerpo de tropa) a un millar de hombres, como si se dijera 'cada millar'; de ahí que al general le llamen χιλιαρχόν ". Hasta aquí Ulpiano. De estas opiniones, la última es la más verídica y aceptable, por cuanto va mejor con la etimología griega. Así pues, se llamaba propiamente miles al que formaba parte del número mil, y ello sin que el término pierda dignidad. Nosotros, de cualquiera de los 24 rectores de Sevilla decimos "el veinticuatro de Sevilla". Las palabras de Ulpiano son mal citadas e interpretadas por Lorenzo Valla en el libro 1, cap. 14. 12. Simultas. "Se llama simultas", dice Festo, "por antífrasis, ya que en absoluto se odian entre sí los que la practican". Esto lo dice Festo. Pero, ¿por qué no hacerlo derivar mejor de simulare, porque quien disiente a escondidas, siempre habla palabras simuladas, hasta que se le presenta la ocasión de la venganza? En este caso estoy más de acuerdo con Lorenzo Valla en el Contra Raudense: "la simultas", dice, "es un odio latente: muchas veces a la simultas le basta con ser insinuada, mientras que la enemistad se muestra con obras". 13. Viola. De la viola muchos pretenden que se llama así, porque está, por así decir, no violada o es no violable. Mal, sin duda, porque el verbo uiolo deriva de uiola, pues "violar a una doncella" es desflorarla y dejarla con color de violeta, como demuestro ampliamente en mis Etimologías. Otro, con más verosimilitud, lo hace derivar de ui olendi. Pero mejor ponerlo en relación con el griego Ion, a modo de diminutivo. Y esto puede demostrarse mejor si tenemos en cuenta que los eolios, de los cuales toman muchas palabras los latinos, escribían Fion, con el digamma eólico, con el significado de uiola, según dice Terenciano. Y el digamma eólico se transcribe al latín muchas veces como u: así, ois, ofis, ouis; oon, ouon, ofon, ouum; oinon, Foinon, uinum; Taos, Tafos; aion, aicon, aifon, aeuum; oia, Foia, uia; oideo, Foideo, uideo; is, Fis, uis; el verbo uapulo transcribe a apolluo, que significa pereo, o a apoloumai, que significa peribo; en eólico es Fapolo, y de ahí uapulo, que significa pereo o doleo. Es frecuente encontrar entre los cómicos el imperativo de futuro Vapula et peri et plora, y iubeo te plorare. El origen de Formiae lo expresa Estrabón con estas palabras: "Esta ciudad, fundada por los lacedemonios, fue llamada Hormiae, por τὸ εὔορμον, es decir, por la bondad y comodidad de su puerto". He aquí unos versos de Terenciano sobre el digamma eólico: "El eólico cambia y suele iniciar con digamma muchas palabras que comienzan por vocal. Y el dialecto eólico se ha unido casi totalmente al itálico. El griego Hesperon es uesper; Estia resulta ser Vesta; Esthes es uestis. Lo que en griego es Hina, me obligan a pronunciarlo como uim. Ear es muy usada y más poética que la forma primitiva Er; en latín es uer. Lo que para Homero es Enotous, en latín en Venetos. En latín se llama uiola a la flor que en griego es ion. El griego Iolaos es uiolens, si se cree a Marco Tulio. La que para los aqueos es Itun, para los eolios es uitem. Safo, así como otros eolios testimonian otros muchos casos". Vomo y uomer o uomis proceden de ἐμέω o ἐμῶ; uomica (absceso), porque siempre está vomitando sangre. 14. Aeger. Aeger, dicen, deriva de ago, porque el que es aeger no puede hacer nada. No he visto nada más ridículo. Otros lo derivan del griego αἰαἰ que es una exclamación de dolor y queja. Otros de αἰάζειν, que significa lamentarse. La verdad es que no debe estar muy lejos de ago, porque en la aegritudo se actúa (agatur) con dificultad y tristeza; y a ello alude el sintagma agere uitam; Virgilio: "Llevo una vida en las últimas". Pero estoy más de acuerdo con los que lo derivan de αἰαἰ. 15. Dis, Pluto. Se llama dis, dicen, porque no es rico (diues); y esto lo sacan de Quintiliano, libro 1, 6, cuando, como ya dijimos, Quintiliano lo que hace es reírse y atacar etimologías de este tipo. Cicerón, en Sobre la naturaleza de los dioses 2, parece hacerlo derivar de dicare; sus palabras son estas: "Toda fuerza y naturaleza está dicata al padre Dis, el cual se llama Dis, como en griego Πλύτω, porque todo vuelve y sale de la tierra". Esto, Cicerón, con el cual está de acuerdo Ovidio, en Metamorfosis 1: "Fueron a las vísceras de la tierra y sacan las riquezas, provocadoras de males, que antes había escondido y que había arrancado a las sombras estigias". Así pues, sin antífrasis, con razón se dirá que Dis deriva de Diuitiae (riquezas), porque las posee, o bien diuitiae de Dis, ya que éste es riquísimo. 16. Pontus. Da vergüenza aludir a la etimología de pontus, porque huele a hez de los gramáticos; dicen, en efecto, que pontus viene de sine ponte, porque el mar (pontus) no puede tener puente. Nada más ridículo que buscar una etimología latina a palabras griegas y viceversa; así cuando dicen que lapis se llama así porque pedem laedat, o porque deriva de labare, cuando en griego es λᾶας; y cuando dicen que petra se llama así, porque es batida por los pedes o bate a ella el pes, cuando en griego es πέτρη o πέτρα. Así pues, atribuir a pontus una etimología latina es de ignorantes. Tampoco era necesario buscar la etimología de pontus en su acepción de "mar", ya que propiamente no significa "mar", sino que se refiere a la región en que reinó Mitrídates. De ahí la frase de Juvenal: "Me apresuro a ir hacia los nuestros y dejo a un lado al rey del Ponto". Allí está el Ponto Euxino. Y así pontus pasó a significar mar al tomarse el todo por la parte; lo mismo ocurre con fretum con el significado de "mar", ya que fretum, en propiedad, es lo que los griegos llaman Porthmon, de feruere, ya que es en el fretum donde más feruet el agua. Nosotros lo llamamos estrecho. Finalmente, con frecuencia leemos en griego πόντος ἁλος, es decir, pontus maris y freta ponti, como aequor maris. 17. Pelagus. También los gramáticos griegos, aunque sabios, suelen equivocarse. Dicen, en efecto, que se llama πέλαγος de πέλας, que significa "cerca" y γῆς, que significa "tierra": y es que el piélago está muy lejos de la tierra. Pero, en propiedad, pelagus no significa "mar", sino profundidad del mar; en español "piélago". En el evangelio de San Matías se lee: Πέλαγος τῆς θάλασσης, es decir, Pelagus maris. Yo creería más bien que se llama pelagus a partir de πέλας, cerca, porque está cerca del litoral, es decir, la profundidad del mar empieza cerca del litoral. 18. Charon. Lilio Gregorio Giraldo, a propósito de los dioses paganos, dice esto: "Al dios de los infiernos se le llama Caronte por antífrasis, ya que en realidad es Acheron; Fornuto aduce, sin embargo, otra etimología que yo no acepto". Esto dice Giraldo. Yo estoy de acuerdo con Nadal de Comte, en su Mitología: " χάρων, dice, procede de χαίρω, es decir, gozar, porque el paso del río Leteo a las sedes de los bienaventurados se realiza con gran gozo". Así Nadal. Encuentro también χάρων con el significado de "león" a causa de su χαροπότητος, es decir, el brillo de sus ojos. Esto parece haber entendido Virgilio cuando dice, en Eneida 6: Stant lumina flamma; y Ovidio, en Metamorfosis 11: Rubra suffusus lumina flamma; y Séneca, en Hércules furioso, acto 3: Concauae lucent genae; así hay, en efecto, que leer, y no squalent. También se llaman χαρώνια a las grandes simas de la tierra, y χάσματα a los cráteres del Etna, según Diógenes Laercio y José Escalígero. No sería descabellado poner a Charon en relación con ello. 19. Holosteon. "Holosteon", dice Plinio, en libro 27, cap. 10, "es una hierba frágil, y los griegos la llaman así por antífrasis, como "hiel dulce"; es tenue a manera de filamento, de una longitud de cuatro dedos, como la grama, de hojas estrechas, sin sabor, nace en las colinas; se usa en las convulsiones, triturada en vino". Todo esto lo tomó Plinio de Dioscórides, libro 4, 9, a excepción de la frase "es una hierba frágil y los griegos la llaman así por antífrasis, como hiel dulce"; es precisamente en esto en lo que no coincido con Plinio, si es que son de Plinio estas disparatadas palabras. Y es que, cuando decimos "hiel dulce" no se trata de antífrasis, sino de ironía. Además, en Dioscórides no se lee ὀλόστεον, sino ὀλέστεον, es decir "pierdecoronas", ya que con ella no se pueden hacer coronas. Y si realmente es semejante a la grama, se llamará holosteon, es decir, dura y totalmente ósea; y ello, no por antífrasis. El doctor Laguna piensa que se trata de nuestra pilosela, la cual se llama así porque es muy escamada, velluda y casi espinosa. 20. Orthopnoea. Celio Aureliano, en Crónica 3, 1, al tocar de pasada la definición de orthopnoea, es decir, la dificultad de respirar, dice: "También, como dicen muchos, recibe nombre con la palabra que significa lo contrario de su función, pues se llama orthopnoea, que nosotros podemos llamar dificultad en la respiración, cuando en realidad, con su aparición, el enfermo cambia y enferma; el término parece indicar que corrige. Y es que muchas cosas tomaron un vocablo de significado contrario, como hiel, a la que los griegos llaman glykéa, como si fuera dulce, cuando en realidad es muy amarga". Estas palabras coinciden con las de Plinio del capítulo anterior, y tanto unas como otras han nacido de la imaginación de los gramáticos. Cuánto más simple y cierto sería haber dicho: La orthopnoea se llama así, porque con ella no podemos respirar sino teniendo el cuello recto y extendido. 21. Lustra. Servio, en su comentario al libro 1 de la Eneida dice así: "El significado de lustra y Lupercalia se explica por antífrasis, ya que ambos están poco purificados". Pero, hasta qué punto se engaña Servio, lo hemos dicho ya muchas veces y tratamos de ello con suficiencia al hablar de lustra en la regla quinta de nuestro análisis sobre el significado único de las palabras. Hay otras muchas etimologías que los gramáticos, como ingeniosos que son para los errores, se inventan. Pero ya es bastante haber refutado las anteriores. De ello se puede entender fácilmente que no hay ninguna palabra que pueda significar lo contrario sólo por la voluntad del que la inventó. |
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