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LA CASA
1. GRECIA. En principio, los griegos hacían sus casas con
adobes. Se construían unas junto a otras desordenadamente, y el número y la
distribución de las habitaciones obedecían a los accidentes y extensión del
terreno del que disponían. La luz se obtenía a través de las ventanas y
claraboyas sin cristales, situadas a una altura que protegía la intimidad
familiar de la vista de los viandantes.
A menudo un patio interior proporcionaba luz y aireación a las
habitaciones que daban a él. Las paredes exteriores eran tan vulnerables que los
ladrones preferían agujerearlas antes que forzar la puerta de entrada.
No eran casas demasiado cómodas ni agradables, pero eran suficientes para
satisfacer las necesidades de sus inquilinos que, generalmente, pasaban la mayor
parte del día fuera de la casa, en los grandes espacios públicos al aire
libre.
En el siglo IV a. C., los cambios políticos y
económicos de las ciudades motivaron que los ciudadanos se desentendieran de los
asuntos políticos y no participaran tanto de la vida de la calle. Por esto, cada
vez hubo más demanda de comodidades y espacios en el interior de las
viviendas.
Finalmente, en época
helenística, las casas se hacen más lujosas. Las casas de los ricos están
hechas a base de materiales nobles.
En la casa griega, las
habitaciones se distribuyen alrededor de un patio interior. Las salas dedicadas
a recibir visitas constan generalmente de un vestíbulo y de un comedor, y suelen
estar en la parte más accesible de la casa. El nombre de estas habitaciones, andron (ajndrwvn), significa ‘apartamento de los hombres’,
puesto que las mujeres y los niños ocupaban las habitaciones (gineceo, gunaikwvn) más alejadas de la calle, o estaban en el
piso superior. Los muebles no eran complicados, y
servían para una vida social relativamente simple. Había baúles y divanes para
comer o dormir indistintamente. El qrovno" era un asiento honorífico, reservado
al dueño de la casa o al huésped más distinguido. La mesa en que se servían las
comidas era una especie de velador (travpeza). En los
barrios populares la mayoría de las casas era muy pequeña y tenía solamente una
planta baja con dos o tres minúsculas habitaciones. Los alimentos se cocinaban
al aire libre, sobre un brasero, pues parece que hasta el siglo IV a. de C. las
casas carecían de cocina.
2. ROMA Primitivamente la casa romana era una sencilla cabaña (casa, tugurium) de planta circular, con una techumbre cónica de césped. Esta vivienda fue sustituida por el modelo etrusco: cabañas de planta rectangular, con una abertura en el tejado para que saliera el humo y entrara la luz y el aire. A partir del
siglo II a. de C. los romanos
pudientes, influidos por la cultura griega, enriquecieron y ampliaron sus casas,
adosando por detrás del tablinum una
segunda vivienda de características griegas. Se trata de la domus, o casa señorial. En la domus, cada habitación, salvo el atrium, de uso común, estaba destinada a
un uso concreto: cubiculum
(dormitorio), cenaculum (comedor), tablinum (despacho del pater familias). Ante la puerta de
acceso al atrium había un pequeño vestibulum; el atrium, espacio al aire libre, era el
patio central de la domus, y por su
abertura superior entraba el agua de lluvia (compluvium), que caía en un pequeño
estanque central (impluvium),
comunicado con una cisterna subterránea. En un rincón del atrio estaba el larario, hornacina destinada al culto
doméstico. Alrededor de este patio había algunas pequeñas habitaciones y,
alineada con el eje de la entrada, una amplia sala (tablinum) que el dueño utilizaba como
sala de audiencias y reuniones con personas no pertenecientes a la familia. Esta
habitación comunicaba con el peristilo, un segundo patio interior
muy amplio. El peristilo estaba porticado y adornado con toda clase de plantas,
flores, estatuas y surtidores. A su alrededor se estructuraban las habitaciones
mejor iluminadas y más bellas de la casa (dormitorios, salones), de las que la
más importante era el triclinio,
sala en la que los romanos cenaban, tendidos en unos divanes ligeramente
inclinados y apoyándose en almohadones. Algunas casas tenían locales que
daban a la calle, las tabernae,
tiendas donde se vendían los productos cosechados en las tierras del dueño de la
casa, o que eran alquiladas a terceras personas. La casa era incómoda: el mobiliario era escaso, las ventanas pocas y
sin cristales, por lo que el interior era muy frío y oscuro. Generalmente no
había letrinas, ni baños, ni agua corriente, salvo en algunas mansiones. En
cambio, la decoración era lujosa y servía para tapar la mala calidad de los
materiales: las paredes se pintaban con frescos magníficos y los suelos se
cubrían de mosaicos. Pero la
mayoría de los habitantes de Roma no vivía en domus
sino en apartamentos de alquiler (cenacula), dentro de manzanas de casas
(insulae). Su aspecto exterior era
magnífico, con ventanas y balcones, pero eran de mala calidad e incómodos. Su
distribución interior era similar a la de los pisos actuales, pero sin cocina ni
baño. Estas colmenas humanas, fabricadas con materiales baratos y madera,
estaban en constante amenaza de hundimiento o incendio. Había también casas fuera de la ciudad. Eran las villae. Entre éstas se distinguen las que están en el extarradio de la ciudad, generalmente amplias y suntuosas (villae suburbanae); y las de campo (villae rusticae), dedicadas a la agricultura y la ganadería, que formaban auténticas aldeas. Copyright(c) 2003. Carlos Cabanillas. I.E.S. Santiago Apóstol |