RESEÑA DE JUEGO DE AZAR, DE SLAWOMIR MROżEK

PEDRO MARTÍN BAÑOS

 

 

Sumario

Editorial

Lenguas clásicas y modernas

Poesía Varia

Amor es Roma al revés

¿Qué tenemos que decir?

Marcial y las clases estivales

Hanif kureishi

 

Sławomir Mrożek, Juego de azar, El acantilado (Narrativa del acantilado), Barcelona, 2001

Los mal llamados países del Este siguen siendo para nosotros una excrecencia hacia la que no sabemos ni cómo ni cuándo mirar. En la conciencia de un europeo occidental apenas están presentes la República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia... Por no hablar de la propia Rusia. La literatura que se produce en estos países es, en consecuencia, una literatura marginal, poco traducida y menos publicitada. Es cierto que escritores como Kundera o Cioran, checo el uno, rumano el otro, han alcanzado una indiscutible proyección internacional, pero también es cierto que su éxito es paralelo a su occidentalización: ambos han escrito parte de su obra directamente en francés. Mal que nos pese, sin embargo, la literatura de estas naciones centroeuropeas que nos obstinamos en llamar del Este es enormemente rica y diversa. Polonia, por ejemplo, país al que pertenece Sławomir Mrożek, ha dado al mundo nada menos que tres Premios Nobel. El primero fue Henryk Sienkiewicz, conocido sobre todo por su novela Quo vadis. En 1980 lo obtuvo Czesław Miłosz, autor de una vasta obra poética, de ensayos tan significativos como El pensamiento cautivo u Otra Europa, y de una deliciosa novela, El valle del Issa, que nos permitimos recomendar vivamente (narra la infancia de Tomás, un trasunto del propio Miłosz, en la Lituania rural y mágica de principios del siglo XX; está editada en Tusquets). La tercera Premio Nobel (1993) es Wisława Szymborska, una poetisa sorprendente, poseedora de una mirada al mismo tiempo tierna e irónica, desencantada y alegre.

El escritor que ahora nos ocupa, Sławomir Mrożek, es tan conocido en Polonia como los tres Nobel citados. Comenzó su carrera como periodista y dibujante satírico, para después dedicarse al teatro (que le procuró un excepcional éxito popular) y a la narración. Juego de azar es una muestra de esta última faceta: una selección de veinticuatro relatos que, como todos los suyos, resultan difíciles de calificar. Breves desde luego. Brillantes también. Pasmosos, inhabituales, raros, deslumbrantes... Basten algunos ejemplos, situaciones absurdas que Mrożek resuelve insólitamente: ¿Qué pensaríamos de nosotros mismos si, decididos a vender nuestra alma al diablo, nos encontráramos con un demonio desgarbado, torpe y sin lustre, con una chapuza de demonio? ¿Qué precio estaría dispuesto a ofrecernos un tipejo así? Un pueblecito modesto se empeña en dignificar su imagen. ¿Qué hacer entonces con el ladrón oficial, un desgraciado y andrajoso robagallinas? ¿No se merecería un pueblo dispuesto a cualquier sacrificio un delincuente de guante blanco, capaz de emular a James Bond? Mañana empezaré una nueva vida. ¿Mañana? ¿Exactamente qué tiempo es el que indica la palabra mañana? ¿Cómo debería comportarse un juicioso y racional hombre europeo si un cocodrilo entrase de repente en su dormitorio?...

Dueño de un sentido del humor desconcertante y ácido, Mrożek no defraudará a quien quiera buscar la solución de estas historias.