|
|
|
||||||||||
|
Desde hace algunos años el mayor afán de los docentes, en mi opinión, está siendo lograr que los alumnos no se aburran en las clases. Sirve para ello cualquier cosa: medios audiovisuales, recursos informáticos, manualidades de todo tipo, estriptises totales o parciales..., que se encajan en las programaciones las más de las veces sin un objetivo claro, sólo para contribuir al evidente proceso de recreativización -permítaseme la palabreja- de la enseñanza. Éste es, sin duda, un loable propósito. Pero, según creo, habrá que fijarle unos límites. Es un loable propósito, y hasta un objetivo primero, que un niño en Educación Infantil y Primaria no se aburra en clase: aprenden con el juego, aprenden divirtiéndose, no aprenden lo que les aburre. Sigue siendo un loable propósito, mas no ya un objetivo primero, que los alumnos no se aburran en Educación Secundaria Obligatoria: es una etapa informe que nadie sabe cómo afrontar: los profesores están ahí, los chicos también y, esa es la cuestión, mejor que estén bien avenidos. Pero la recreativización -perdón de nuevo- de la enseñanza deja de ser un loable propósito y, por supuesto, un objetivo en Bachillerato. El alumno de Bachillerato, al rellenar su matrícula, adquiere el compromiso de trabajar con disciplina; unas veces disfrutará y otras no, pero su objetivo ha de ser, ante todo, comenzar una sólida formación intelectual. Es más, el que debe 'divertirse' en clase es el profesor. Él es el que debe disfrutar enseñando lo que sabe, disfrute que, de manera natural, no programada, se comunicará a sus alumnos. Y esto aún más, pienso, en el Bachillerato de Humanidades, donde un buen profesor es el que no enseña más que una cosa: la pasión por aprender. El alumno de Humanidades ha de tener claro que su formación no acaba nunca, que aprobar una asignatura, un curso, obtener el título de Bachillerato, no significa nada: ha de saber, en definitiva, que, por mucho que uno sepa y por mucho que uno lea, siempre habrá libros que leer y cosas que aprender. En este carácter vario e inagotable radica precisamente el atractivo de las disciplinas humanísticas, y en él debemos enganchar a nuestros alumnos. Todo lo demás es parafernalia y programaciones. GRAMMATICVS. Almendralejo, diciembre de 2001. |