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LOS GRANDES MITOS. EDIPO, LA FUERZA DEL DESTINO.
La
dinastía real de la ciudad de Tebas
se inició con Cadmo, esposo de Harmonía, con la que tuvo cuatro hijas, Sémele[1], Ino, Agave y
Autónoe, y un hijo, llamado Polidoro. Tras diversas vicisitudes en
la transmisión del poder real, el
heredero del trono Layo, fue
desterrado de la ciudad por Anfión y acogido en la corte de Pélope, a cuyo hijo
Crisipo raptó, inventando así la homosexualidad. Layo marcha a Tebas, y los tebanos no lo
castigan por el rapto, lo que será causa de la cólera de Hera, que manda contra
Tebas la Esfinge. Pélope
maldice a Layo, y le pide a Zeus que éste muera a manos de su propio hijo.
Restablecido Layo en el trono de Tebas a la muerte de Anfión, se casó con
Yocasta. Pero como un oráculo le
había advertido que si tenía un hijo éste sería el causante de su muerte,
intenta en un principio abstenerse de mantener relaciones sexuales con su
esposa, pero en una ocasión infringe el precepto por embriaguez, y engendra un
hijo. Nada más nacer el niño le taladró los pies y lo abandonó en un monte. Unos pastores del rey de Corinto lo encontraron y se lo llevaron a la reina, que le curó los pies y le impuso el nombre de Edipo, es decir, ‘pies hinchados’. Ya crecido, unos compañeros le dijeron a Edipo que
no era hijo de los que creía sus padres. Edipo decidió consultar el oráculo de
Apolo en Delfos, quien le ordenó que no volviese a su patria, porque su destino
era matar a su padre y casarse con su madre. De tal manera, Edipo no quiso
regresar a Corinto, donde vivían quienes seguía creyendo que eran sus
padres. En una encrucijada de caminos se encontró con un señor acompañado de varios criados que le impedían el paso. Ante el ataque de éstos, Edipo reaccionó matando a todos los viajeros excepto a uno, que escapó y llevó a Tebas la noticia de la muerte de quien no era otro que el rey Layo. Así, sin saberlo, Edipo había cumplido la primera parte del oráculo. Muerto Layo, Creonte, hermano de
Yocasta, se hizo cargo del poder en Tebas en calidad de regente. Por aquella
época la comarca era devastada por la Esfinge, un monstruo con cuerpo, patas
y garras de león alado, cola de serpiente y cabeza y pecho de mujer, que
devoraba a los tebanos que no acertaban el enigma que les proponía. Creonte
prometió el trono de Tebas y la mano de Yocasta a quien resolviera el enigma.
Edipo se enfrentó a la Esfinge y resolvió su enigma: el monstruo se suicidó
arrojándose a un precipicio. Así se cumplió la segunda parte del oráculo: la
boda del héroe con su madre.
Del matrimonio, que inicialmente vivió feliz, nacieron dos hijos, Etéocles y Polinices, y dos hijas, Antígona e Ismene, que a la vez son hermanos de su propio padre e
hijos y nietos de su propia madre. En cierto momento Edipo recibe la
noticia de la muerte del rey de Corinto y se entera de su verdadera identidad.
La tragedia se desencadena. Yocasta se suicida, Edipo se ciega a sí mismo y,
desterrado en compañía de Antígona en Colono, lugar próximo a Atenas, muere
finalmente. Pero las desgracias de la familia
no terminaron con su muerte. Sus hijos, Etéocles y Polinices, acordaron reinar
alternativamente, correspondiendo el primer turno a Etéocles, quien, al llegar
el fin de su mandato, se negó a entregar el reino a Polinices. Éste emprendió
una guerra contra Tebas, en la que los dos hermanos se mataron entre sí. Creonte, de nuevo regente en
Tebas[2], prohibió enterrar a
Polinices, pero Antígona, obedeciendo las leyes divinas y el sentimiento
fraternal, sepultó a Polinices y fue condenada por ello a muerte. [1] De Sémele se enamora Zeus, y uniéndose a ella la hace madre de Baco, si bien muere antes de nacer el niño. Antes de ser consumida Sémele por el fuego, Zeus le extrae del vientre el fruto aún inmaduro y, para completar su gestación, se lo introduce en su propio muslo. [2] Durante su regencia tienen lugar la llegada a Tebas de Anfitrión y Alcmena y el nacimiento de Hércules, primero, y el matrimonio de éste con Mégara, hija de Creonte, después. Copyright(c) 2003. Carlos Cabanillas. I.E.S. Santiago Apóstol |