PreliminarArias MontanoEl BrocenseP. de ValenciaGonzalo CorreasDiego LopezOtrosDescarga PDFSugerencias

 

[ESCRITOS ECONÓMICOS][ESCRITOS POLÍTICOS]

 

ESCRITOS ECONÓMICOS

Los textos están tomados de:

Pedro de Valencia, Obras completas, IV/1 Escritos Sociales. I. Escritos Económicos. León. Universidad de León, 1994.

PEDRO DE VALENCIA

Biografía 
Obra 
Bibliografía 
Algunos textos 

 

 1. Los amigos de los poderosos.

Entre los males y trabajos que dicen se les siguen a los príncipes y a todos los poderosos, tengo por de los mayores que o no tienen amigos verdaderos, o que entre la muchedumbre de los fingidos, y que representan quererlos bien, no pueden, o apenas, distinguir y conocer si algunos hay que los amen de corazón. ("Carta a Fray Gaspar de Córdoba", op.cit. 18)

 

2. Igualdad de grandes y pequeños.

Mas, para que lo moderado baste, es necesaria la economía y buen gobierno de los príncipes y gobernadores, como de fieles y prudentes mayordomos y dispenseros de los dones del Señor, que deben procurar que el pan que cada año nos envía alcance y sea para todos, grandes y pequeños, pues que todos son de una república y de una casa y familia igualmente llamados y convidados de Dios. ("Discurso o memorial sobre el precio del pan", op. cit. 31)

 

3. El abuso de los poderosos es un crimen.

Claro está que los que quitan al hombre el mantenimiento necesario que son homicidas, y, quitándoselo, todos los que no se lo quieren dar a precio moderado y que él pueda alcanzar con su trabajo; hermanos son, esto es, semejantes y de un trato, el que sale al camino a matar con hierro al que no le quiere dar la bolsa y el que mata de hambre en poblado al que no le da por el pan todo su caudal y aun más. ("Discurso o memorial sobre el precio del pan", op. cit. 35)

 

4. La oferta, la demanda, la necesidad y el precio justo.

En otras cosas, por útiles que sean a la vida, se entiende que el precio vulgarmente corriente entre los compradores y vendedores de una mercaduría es el justo, y, de ordinario, lo suele ser cuando no hay fraude, ignorancia ni monipodio, y, por eso, en ellas no es necesario que la República ponga tasa, ni use ponerla, porque la necesidad no aprieta a los compradores más que a los vendedores. Pero, si pareciese haber desorden o demasía en las ocasiones, particularmente en cosas de mantenimiento, la República debe estar a la mira y reprimir la avaricia, limitando y reduciendo el precio a la pública utilidad. Pero en el pan, en no siendo el año muy fértil, como hemos dicho, es grande la fuerza que tienen los vendedores y ninguna la resistencia de los que lo han menester para comer, que no les queda libertad para comprar o no, sino que lo han de tomar al precio que lo hallaren, por excesivo que sea. ("Discurso o memorial sobre el precio del pan", op. cit. 46)

 

5. El cuerpo como metáfora del Estado.

Y, para esto, considérese la unidad y conspiración y conformidad que debe tener la República y sus partes entre sí, a ejemplo y imitación del cuerpo humano, que dicen bien que se puede llamar el original o ejemplar de la República, porque, conforme el Apóstol, es ley universal y natural para en todas las comunidades la que naturalmente guarda entre sí la comunidad de los miembros en el cuerpo, para ser uno siendo ellos muchos y diversos, y de desigual valor, poder y uso, que ni los ojos, por dignos y de excelente uso que son, pueden decir que no tienen necesidad de las manos, ni la cabeza que no ha menester los pies, sino antes ordenó Dios que los miembros que parecen más feos y flacos, y menos dignos, son los más necesarios y sin los que no se puede pasar, y que es menester hacerles más honra, caricias y regalos. Y con esta obligación y correspondencia obró Dios que no haya cisma ni división en el cuerpo, sino que todos los miembros convengan y sean de un sentimiento para el público bien y conservación del todo, sin que ninguno piense ni se aconseje de medrar o crecer y engordar de por sí a solas, ni de salvarse y vivir sólo de por sí, sino que todos y cada uno cuidan y están solícitos del bien de los demás, y si padece un miembro se sienten y compadecen todos, y del gusto y regalo de un miembro se gozan todos. (“Borrador del tratado o libro sobre el precio del pan”, op. cit. 79) 

 

6. La ley, en tanto no sea cambiada, hay que cumplirla.

A lo menos, mientras la ley no se quita, conviene al estado de la República que se guarde inviolablemente y que ninguno ose desacreditarla ni disputar contra ella ni condenarla por injusta, leyendo ni enseñando ni predicando, ni en juntas ni en corrillos particulares. Sólo ha de ser lícito hablar contra la ley ante el Rey o su Consejo, proponiendo con el debido respeto y modestia las razones que le mueven a cada uno para suplicar se mude. Entretanto que no se muda, todos la han de guardar, ninguno ha de decir que es injusta, ni teólogo ni jurista, ni en sermón ni en confesión. Otra cosa es sospechosa de error en la fe e inclina a sedición y rebelión. (“Borrador del tratado o libro sobre el precio del pan”, op. cit. 83)

 

7. La ley ha de ser para grandes y pequeños.

Las causas de no guardarse esta ley en muchas partes no ha sido el no hallarla útil, ni otras de las legítimas para no admitir o abrogar con costumbre contraria las leyes, sino, primeramente, el ser los vendedores y retenedores del pan los más poderosos y de más dinero en la República, que con miedo o respeto o dádivas o empréstitos tienen rendidos a los jueces ordinarios, y en no procediendo contra éstos, vendiendo mucho y en público, ¿qué cara han de tener para proceder contra los menores y que delinquen en menor cantidad? Abren la puerta y sueltan a todos. Es una grande señal de que esta ley es en favor de los pequeños el no guardarse, que contra los pequeños todas se guardan; y esto cada vez y siempre ha acontecido y suele acontecer que los peces grandes rompan la red y por allí también se van los pequeños. (“Borrador del tratado o libro sobre el precio del pan”, op. cit. 85)

 

8. Riquezas mal adquiridas.

No son estas opiniones de doctores, sino palabras del mismo Espíritu de Dios, contra quien no vale argüir ni hacer resistencia, y ya hemos probado que todos los que guardan el trigo y lo venden pasada la cosecha para los pobres lo encarecen y guardan, y a ellos les arman y acechan para cogerlos por hambre y acabarlos, que los ricos y los que tienen posibilidad en el agosto se proveen de trigo para el año, y así, matando de hambre los pobres y habiendo engordado y héchose ricos con la sustancia y sangre de ellos, tengan por cierto que, aunque más misas digan y oigan, y por más devociones que hagan, que no les han de aprovechar sin penitencia y satisfacción, ni han de agradar a Dios tales sacrificios y ofertas, y que no solamente no les perdonará sus pecados, sino que los castigará acá, quitándoles la vida temprano, y acabando y hundiendo las casas presto, que se edificaron, y mayorazgos y haciendas que se fundaron con iniquidad, que es con desigualdad y injusticia, y no puede ser mayor desigualdad que enriquecer unos sin trabajo, o con poco, haciendo que los que trabajan mucho no alcancen para el pan. (“Borrador del tratado o libro sobre el precio del pan”, op. cit. 93-94)

 

9. El trabajo es bueno para la salud.

Añádase a los males del ocioso, que daña a la salud, que esto tiene del ser contra la naturaleza, i dize Galeno que del todo no egercitarse el cuerpo humano, le es veneno i le acarrea enfermedades incurables i vegez temprana; que uno que trabaja de ordinario llega a setenta i más años con fuerças i agilidad para arar i correr a cavallo i hazer otras obras que hazía quando moço, i la gente regalada, de cinquenta años, i aun antes, es inútil para los oficios i egercicios de trabajo, i aun el caminar a cavallo se les haze pesado. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 162)

 

10. Las partes de la República.

Para remedio de la ociosidad, se an de considerar las causas i achaques o pretextos de ella. Las partes de la República son tres: los sabios, que entienden en la dotrina i en el govierno i se ocupan en el culto de Dios; los soldados, que están en la defensa de la República i conservación del Imperio; el resto todo a de ser de labradores i artífices, que busquen i junten y aderecen las cosas necesarias i útiles a la vida, que son comida, vestido i habitación. Esta tercera parte, que es el bulto i el pueblo de la communidad, tiene obligación de sustentar, con los frutos de su trabajo, las dos partes primeras, los reyes i superiores, magistrados i jueces, prelados i ecclesiásticos, i los soldados.

Para que estas partes se correspondan i se sustenten i conserven con equidad, sin agravio, i, para que sea posible el mantenerse i pasar adelante, es necesario que las dos primeras no sean en número mayor del conviniente i bastante, i que se contenten con lo bueno y conveniente, no hagan gastos excesivos ni se den a regalo culpable. Porque si son muchos i gastadores, la tercera parte, que es la que a de trabajar, queda menor en número i fuerças para poderlos mantener, i viene a ser opprimida con iniquidad, esto es, con desigualdad tyránica. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 164)

 

11. La Casa Real: caldo de cultivo de ociosos.

Aora, para lo que resta, fuera menester mayor autoridad que la mía, para, començando por la cabeça, censurar los excesos i proponer moderación. Avíase de ver si Su Magestad tiene mayor casa i más número de ministros i criados del que basta i solía bastar para su servicio i apparato de magnificencia i autoridad. Porque esto, demás del gasto que se recrece, occupa y haze ociosos a un gran número. Porque muchos o todos los criados de Su Magestad tienen criados, i criados de criados, i resulta con esto una gran multiplicación. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 165)

 

12. Exceso de clérigos.

Lo que de mayor excesso a crecido y que más grava la comunidad es el número de los clérigos y frailes. Los clérigos, muchos, son ignorantes i que no se ocupan en estudios ni aun en ministerios honestos: en juegos i en otras cosas. (...) Obreros a de aver para la labor de la viña del Señor, pero obreros idóneos i en el número que basta; mas, si para cepa ai un cavador i un vendimiador, más pisan que cavan i más comen que vendimian. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 166-167)

 

13. Fuentes de ociosos: las rentas y los estudios.

En todo el Reino, en general, son dos grandes fuentes que mandan i sustentan ociosos: la renta, digo el aver renta, censos perpetuos i al quitar; la otra, es los estudios. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 168)

 

14. Oficios útiles, vanos y dañosos.

La 2ª división es de las artes i officios, porque los ai unos útiles, otros inútiles i vano, otros dañosos. Vanos son todos lo que hazen galas, labores, deshilados, puntos, bordados, pasamanos i mucha parte de la pintura i taracea, i, en general, los que pertenecen a lisonja i regalo de la vista. Dañosos, demás de las rameras i casas de mugeres expuestas a torpe ganancia, -que todos los buenos i sabios an dicho de antigüedad, i dizen aora que no se devieran permitir entre christianos, ni aun entre gentiles dize Dión Chrysóstomo-, son los comediantes, los bufones i otras suertes de gente de burla; también son dañosos los buhoneros i lo que andan a vender coplas i estampas i pronósticos, i todos los tratantes de esta suerte, que, con poco caudal al ombro o en una bestia, andan por todo el Reino a robar i saltear muchos dellos, o a mendigar con aquella encubierta. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 169-170)

 

15. El sexo y los oficios.

Entre estas artes útiles se a de hazer división por el sexo i dar algunas dellas a solas las mugeres, i prohibirlas del todo a los ombres, que andan muchos i mui fuertes, que pudieran servir en la guerra i en la agricultura, occupados en officios mugeriles, que son todos para los que ellas tienen fuerças i los que pueden hazer honestamente i dentro de casa.

Es de grandíssimo provecho para muchos fines mui importantes que las mugeres estén occupadas i se egerciten i trabagen. Platón prueva mui bien que las mugeres son de la misma naturaleza de los varones i que para ningún officio ni egercicio ni estudio son inábiles, ni se diferencian de los ombres más que según más o menos la naturaleza lo muestra en los demás animales, que para lo mismo que sirve el cavallo i el buei sirve la yegua i la vaca. ("Discurso contra la ociosidad", op. cit. 170-171)