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[HVMANISTAS EXTREMEÑOS][Otros][Rui López de Segura]
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El presente artículo sobre Rui López de Segura me ha sido gentilmente cedido por D. Santos Protomártir Vaquero, Catedrático de Latín e Inspector de Educación
Todavía hoy disponemos de pocos datos para
instruir su biografía, pero, no obstante, sí conocemos varios trazos de la misma, la mayoría de ellos extraídos
de su propia obra. Nació
en Zafra en el primer cuarto del siglo XVI, sin que podamos todavía fijar el año
exacto, a diferencia de lo que ocurre con sus hermanos menores, ya que el libro
de registro de bautizos de la parroquia de la Candelaria de Zafra se inicia el
año 1534. Nicolás
Antonio (Bibliotheca Hispana Nova, 268) le llama zafrensis sacerdos y, tras
aludir a su obra fundamental, nos da el dato inseguro de la fecha de su muerte:
obiisse hunc anno 1570 aut paulo post, Alfonsus Ciaconius ait in
schedis(*), pero ya antes Fray Antonio das Neves, traductor al portugués del
libro del ajedrez, había señalado su carácter sacerdotal. La
obra por la que alcanzó justa fama en toda Europa fue por el Libro de la Invención Liberal y Arte del Juego del Ajedrez,
publicado en Alcalá en 1561. El libro conoció desde su publicación un enorme
éxito traduciéndose al italiano (1584), francés (1609,1636,1674), al portugués,
al inglés y al alemán (1616, 1647, 1722, 1749). Además
del valor intrínseco de la obra desde el punto de vista de la materia que
trata, las referencias y los juicios sobre los autores clásicos es tan amplia,
que bastaría esta sola creación para incluir al zafrense en la nómina de los
humanistas extremeños. Desde
la Epístola nuncupatoria que dirige al ayo y mayordomo mayor del príncipe don
Carlos, don García de Toledo, pasando por los amplios capítulos dedicados a la
descripción del juego y a sus estrategias y modos de jugar, el libro está lleno
de citas, desde Platón y Aristóteles, a Tulio, Salustio, Quintiliano,
Prisciano, Casiodoro y la propia Biblia, entre otros. Finalmente, humanista y
hombre de su tiempo, no faltan las alusiones a sus contemporáneos: Calepino,
Filelfo y al mismo Nebrija. La
otra obra que legitima totalmente a Rui Lope como humanista es las Grammaticae Institutiones,publicadas en
Lisboa en 1563 en la imprenta de Juan Alvarez. Como
es sabido, el humanista tiene como una de sus principales características el
conocimiento y estudio de los autores clásicos y para lograr este objetivo pronto
se afanaron en componer gramáticas adecuadas a las necesidades de
la época. (**) El
de Zafra dedica su obra a don Sebastián, rey de Portugal, en esa fecha un niño
de nueve años. Tras la epístola nuncupatoria, aparece un prólogo de Enrique
Manuel de Portugal, obispo de Evora y fundador de su universidad y más tarde
cardenal-rey. Siguen dos epigramas del mismo autor y otro último del también
zafrense Antonio Márquez.(***) Es un trabajo llevado a cabo en la
madurez de su vida. Así lo atestiguan
no sólo la fecha de su publicación (1563), sino la relación de amistad con el
cardenal Enrique y las abundantes citas de autores antiguos y modernos que
evidencian amplias lecturas y conocimiento de lo publicado en su tiempo. Si
tenemos en cuenta que no se trata de un gramático “profesional”, tiene
ciertamente su mérito haber estructurado este manual probablemente destinado a
que sirviera de instrucción en la lengua latina al mismísimo príncipe don
Sebastián a quien, como se ha indicado, está dedicada la obra. Piénsese que no
se debe al azar la destacada intervención de don Enrique de Portugal en el
prólogo. Hermano del rey don Juan III (1521-1557) y tío por tanto del joven
heredero, intervino hasta el límite de sus fuerzas en la educación del príncipe
evitando la influencia de los jesuitas y, cuando falleció trágicamente el rey
en la jornada de Alcazarquivir junto
a otro ilustre extremeño, Francisco de Aldana,en 1578, fue regente del reino
hasta su incorporación en 1580 a España en la persona de Felipe II. Aunque la obra se inicia con fundamentos escolares en el tratamiento de la declinación y la conjugación, va ganando en profundidad al abordar el estudio de la sintaxis llamando la atención la amplia extensión dedicada a determinados temas: tal sucede en el estudio del género gramatical, al que dedica treinta y una de las doscientas cuarenta y dos con que cuenta la obra. Si lo comparamos con la extensión que dan al tema otros gramáticos como Linacro, Valla o el mismo Brocense, el de Rui Lope resulta extremadamente extenso. Es
en este capítulo, sobre todo, aunque no en el único, en el que discrepa en
varias ocasiones de la doctrina de El Brocense en términos poco amistosos que
evidencian algo más que discrepancias en la teoría gramatical. El
Brocense tampoco era insensible a estas alusiones. Así, Gregorio Mayans, el
prestigioso editor valenciano, en la vita
que precede a la edición de las obras del maestro Francisco Sánchez, nos da el
dato de que tras la publicación en 1562 de las Institutiones que son la base y antecedente de la genial Minerva, dice
que debió tener como crítico adverso a algún portugués, ya que en las Annotationes que hace el propio Brocense precisamente en el
capítulo dedicado al género, dice con su habitual desparpajo y arrogancia: “Esta es, en fín, la opinión de Quintiliano,
aunque algún bribón anda por ahí gruñendo, el cual, al contar al rey de
Portugal auténticas tonterías, piensa que puede roer impunemente a los buenos
autores con diente de lobo; no me atrevo a decir su nombre para que no se
convierta en famoso a costa de mis palabras”. (****) Efectivamente, al margen de que lo hiciera en algún otro documento escrito, a final del capítulo dedicado al ablativo absoluto, de nuevo alude negativamente al de Brozas mencionando la obra que ha dedicado a Minerva. De
cualquier modo, a pesar de estos evidentes enfrentamientos, no se puede afirmar
como se ha hecho que las Institutiones sean una gramática contra
El Brocense, pues aunque es el autor moderno más citado junto con Valla, no
siempre la alusión es de crítica, incluso, aunque no sea su deseo, se
convierten en citas de autoridad. A Lorenzo Valla, junto a Linacro y Budé los declara “los príncipes de los
gramáticos” entre los modernos, reservando este nombre para Quintiliano y
Prisciano de los de la antigüedad. Reconocimientos que no son óbice para
enmendarles la plana cuando lo considera necesario. Así, cuando trata el
ablativo absoluto empieza uno de sus razonamientos afirmando: “aconsejan los gramáticos que no se una este
ablativo con verbos de la misma persona” y, tras citar numerosos ejemplos
(Ov. Lucan. Claud. Hor.Plaut.Ter.Gel.Quint.Caes.Li. Cic.Curt. Plin.) critica la
omisión de Valla diciendo: Quod non
advertit Valla, reafirmando su teoría con esta frase final: “Que
desbarren los gramáticos y nieguen que son latinas estas locuciones o que digan
que aparecen raramente”. A
pesar del tratamiento tradicionalista de las diversas cuestiones gramaticales,
se advierten rasgos de modernidad en determinados casos como afrontar
conjuntamente la morfosintaxis del verbo. Pero,en general, se trata de una
sintaxis paradigmática apoyada en la autoridad de los autores (ex usu auctorum). En
todos los casos las citas para
ejemplificar la exposición teórica se multiplican hasta la saciedad. Tras
el estudio del verbo, trata los comparativos, superlativos y diminutivos. Con
una breve referencia a los patronímicos, analiza los pronombres y,
especialmente, el relativo. Tras la interjección, y como colofón, se dedican
unas páginas a las figuras de construcción, la métrica y las figuras estilísticas. Aunque, como se ha señalado, las citas son abundantísimas en muchos casos, el conocimiento de los autores antiguos y de los de su tiempo (Despauterio, Calepino, Alciato, Badio, Budé, Cardoso, Escobar, Erasmo, Filelfo, Filipo Junta, Lanciloto, García Matamoros, Manucio, Policiano, Peroto, Nebrija y, sobre todo, Linacro, Valla y El Brocense que son los más citados, dan a su obra momentos de gran altura intelectual. La
pronta fama adquirida con el tratado de ajedrez y su posición privilegiada en
la corte y en Roma, le permitieron conocer el estado de la cuestión gramatical
de primera mano y expresar su opinión con total libertad. Además de estas dos grandes monografías, el
propio autor hace referencia a otras obras: en la propia carta nuncupatoria de
las Institutiones, al final, cuando
justifica la dedicación completa de su persona y su obra al rey de Portugal,
dice literalmente: operaque mea en
plural y, tratándose de un gramático, no cabe considerarlo como un genérico,
sino simplemente como un plural que indica varias obras. Más concretamente, al
finalizxar la exposición del ablativo absoluto dice: recipiunt etiam alios casus de
quibus lege commentarios nostros. Estos comentarios se pueden referir a la
mención que hace más tarde a un trabajo sobre Persio o a otros trabajos: de hoc multa in annotationibus in Persium
diximus (p.198). Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que escribió
algunos trabajos más, lo que era habitual entre los autores de gramáticas.
(*)
Se refiere a Alfonso
Ciaconio que publicó en Roma Vitae et res
gestae Pontificum Romanorum et S.R.E. Cardinalium en 1630, viendo una
segunda edición, también en Roma, en 1677. (**) Pero el humanismo es mucho más: por decirlo con palabras de A. Fontán, “el humanismo es una época de la historia europea y también una cultura, un estilo, una escuela y un sistema de valores y esquemas ideológicos y políticos que son los predominantes desde el principio de la edad moderna hasta el fin del siglo XVIII en todo el centro y oeste de Europa, así como en los nuevos territorios por los que se extendió la llamada civilización occidental” (A. Fontán, Juan Luis Vives (1492-1540). Humanista. Filósofo.Político.Valencia 1992. (***)Se trata del poeta y gramático
que regentó la cátedra de Latinidad en Zafra en los mediados de siglo. La
ciudad, que alcanzó en esos momentos una gran pujanza económica, contó con
instituciones culturales y educativas para preparar a sus jóvenes para su
ingreso en las universidades y, especialmente, en la de Salamanca. Hoy sabemos
que el Maestro Juan de Avila, como antes había hecho en Priego, fundó un centro
educativo al poco de tiempo de su llegada a la ciudad (1546) bajo el patrocinio
del poderoso duque de Feria. Dato que aporta G. Morocho ( Pedro de Valencia.
Obras Completas C.V I,21) basándose en la información de Luis Muñoz (Vida y
virtudes del venerable varón Padre Maestro Avila, Madrid, 1635). Como el examen de Latín era obligatorio para el
ingreso en la universidad, se multiplicaron las cátedras de gramática en la
mayoría de las ciudades y villas de España. En nuestro propio territorio
tenemos el ejemplo significativo de Fray Diego de Silva, obispo de Ceuta y
Olivenza, que en 1539 instituye en esta villa una cátedra de gramática y otra
de música. Así pues, en este contexto cultural ejercía su
trabajo el Maestro Antonio Márquez. El ya citado G. Morocho le califica de “poeta
eximio” a juzgar por la Oda Sáfica que dedicó a Arias Montano (Ad B A Montanum/ Antonio Marquez/ Ode
Sapphica). Se encuentra en el Ms. BNM 5585 fol. 191, y la autoría de la
composición se encuentra documentada en el Ms. de la RAH 9/7116, fol. 308. También está documentado por la biografía de Pedro de
Valencia (Matritensis 5781) que fue su maestro en Zafra en los primeros años de
su vida: “Criase en Çafra i aprendió alli
latinidad de Antonio Marquez”. Pero, lógicamente, el Maestro Márquez enseñó
las letras clásicas a toda aquella juventud que aspiraba a un cargo en la vasta
administración en la corte o en Indias,y lo hizo con éxito a juzgar por los
personajes que destacaron incluso en el cultivo de las Humanidades; además de a
Valencia, habrá que recordar a H. Rodríguez de Mesa, a Diego Durán, a García de
Figueroa, a Cristóbal de Mesa y, especialmente, a los hermanos Machado y, entre
éstos, a Pedro que ocupó importantes cargos en la Orden Mercedaria y a Hernando,
que sería Fiscal y Oidor de la Audiencia de Chile. (Cfr. Paniagua J., y
Viforcos M.I. El Humanismo Jurídico en las Indias: Hernando Machado.
Badajoz,1997). (****) El texto latino resulta más elocuente: denique id sentit Quintilianus, etiam si quidam nebulo obganniat, qui cum meras nugas Regi Lusitanorum inculcarit, dente rodere lupino securae bonos auctores se posse putet: quem nominare non audeo, ne meis scriptis aliquando fiat illustris. Evidentemente, con el rodere lupino securae está aludiendo a Rui Lope de Segura, como bien advierten Sánchez Salor (“Francisco Sánchez, renovador de la teoría y de la práctica gramatical” en el Humanismo Extremeño I Jornadas, 1996) y Oyola Fabián (“Rui López de Segura, un humanista ignorado del s. XVI”. Sus Grammaticae Institutiones”, Ibidem, p.303 ss.) quienes nos dan cuenta de la fuente más reciente de esta información en B. Gallardo (Ensayo de una Biblioteca Española de Libros Raros y Curiosos, tomo II, p. 503)
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