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Calzadas y vías de comunicación. La inicial aversión que sentían los romanos hacia el mar les empujó a centrar todos sus esfuerzos en asegurar las comunicaciones por vía terrestre. De este modo, y tomando como punto de partida la propia Roma, comenzaron a construirse las primeras calzadas, elemento clave para el desarrollo del imperio, ya que facilitaron tanto el transporte de mercancías como el imparable avance de las legiones. Los romanos llegaron a disponer de 85.000 kilómetros de calzadas, que recorrían el imperio de norte a sur y de este a oeste. En la construcción de una vía, los romanos procedían de la siguiente manera: 1. Trazaban el recorrido que debía seguir la carretera y excavaban dos pequeños canales que eran recubiertos por dos hiladas de piedras, quedando así delimitada su anchura. 2. Abrían un canal entre las dos hiladas y ponían en el fondo piedras de tamaño mediano sin argamasa (statumen). 3. Cubrían este primer estrato con una gruesa capa de arena o grava, a veces mezclada con mortero (rudus). 4. Finalmente colocaban un revestimiento formado por piedras trituradas (nucleus) o por losas de piedra (stratum). En Emérita Augusta, todas las vías de comunicación confluyen en el puente romano. Aparte de otras vías secundarias, la vía más importante es la Vía de la Plata, que unía esta ciudad con Asturica Augusta (Astorga), después de cruzar ciudades tan importantes como Castra Caesariana (con el famoso puente de Alcántara) y Salmantica (con un puente sobre el río Tormes). El nombre de Vía de la Plata es una deformación de Via Lata (‘vía ancha’), nombre debido a la reforma de ensanche que en ella hizo Trajano. De entre las vías secundarias que partían de Mérida,
tres iban a Lisboa, y otras a Zaragoza, Sevilla, etc. Copyright(c) 2003. Carlos Cabanillas. I.E.S. Santiago Apóstol |