OLÍMPICAS:
1.
A PSAUMIS DE CAMARINA,
VENCEDOR
EN LA CUADRIGA DE MULAS
¡De
sublimes virtudes y de coronas en Olimpia ganadas
recibe
con riente corazón, Hija del Océano,
el
dulce primor, dones de Psaumis y de su carro de mulas incansables!
Él,
Camarina, acreció tu ciudad populosa,
y
seis pares de altares glorificó en las fiestas mayores de los dioses
con
sacrificios de bueyes y porfías de certámenes
durante
cinco días
en
carros de caballos y mulas y en corcel ensillado. Y a ti amable gloria
consagró
con su victoria, y por voz del heraldo a su padre
Acrón
proclamó y tu asiento recién habitado.
Y
vuelto de los amables lugares de Enómao y Pélope,
canta,
oh Palas, protectora de pueblos, tu bosque sagrado
y
el río Oanis y la patria laguna
y
augustos canales, por los que el Híparis riega el país
y
rápido aglutina el bosque de firmes moradas a lo alto erigido,
llevando
del desamparo a la luz a este pueblo de ciudadanos.
Siempre
por las nobles virtudes combaten el esfuerzo y dispendio
hasta
la meta que en riesgo se oculta. Los que con éxito
lo
consiguen, aun a sus ciudadanos parecen ser sabios.
¡Zeus
salvador en tu trono de nubes, que habitas la colina de Crono,
que
honras el Alfeo de ancha corriente y la gruta sagrada del Ida!
¡Con
el canto de lídicas flautas me presento ante Ti suplicante,
y
te pido enaltezcas aquesta ciudad con hazañas ilustres de hombres
y
que tú, vencedor en Olimpia, a quien los corceles contentan
de
Posidón, tengas hasta el fin senectud animosa,
Psaumis,
rodeado de hijos! Y si alguien alimenta su felicidad en salud,
abastado
de bienes y a ellos añadiendo la fama
que
no pretenda llegar a ser dios.
PÍTICAS:
1.
A MEGACLES DE ATENAS,
VENCEDOR
EN LA CUADRIGA.
de
los Alcmeónidas es Atenas, la gran ciudad,
cuando
hay que echar cimientos de canciones
en
honor de los caballos.
Pues
¿qué patria, qué casa habitando podrás tu nombrar
que
en Hélade sea oída
como
más gloriosa?
Porque
en todas las ciudades se propala la fama
de
los ciudadanos de Erecteo, oh Apolo, los que
en
Pitón divina construyeron tu casa admirable.
¡Pero
cinco victorias en Istmia me guían, y una muy insigne,
la
Olimpíada de Zeus,
y
dos conseguidas en Cirra,
oh
Megacles, tuyas y de tus antecesores!
En
el éxito nuevo me gozo. Pero esto me duele:
que
la envidia se vuelva a las obras hermosas. Se dice, por cierto,
que
la dicha floreciente, constante,
trae
así al hombre lo uno igual que lo otro.