POR
Carlos M. Cabanillas Núñez.
Uno de los aspectos más interesantes que ofrece la lengua latina para los alumnos de 2º de Bachillerato es el análisis sintáctico de textos. Se trata de un ejercicio mental de gran valor, en el que entran en juego todos los conocimientos de gramática latina que el alumno posee: morfología, sintaxis casual y sintaxis oracional. Requiere, por tanto, un fuerte esfuerzo de concentración y estructuración y una gran capacidad de relación de conceptos, condiciones que todo buen estudiante de lenguas clásicas debe poseer y estimular.
Vamos a ver a continuación un ejemplo práctico de cómo debemos
enfrentarnos al análisis de un texto latino de cierta extensión, y para ello
hemos seleccionado un texto de Cicerón, posiblemente el prosista más ‘clásico’
de todos:
Cum summis et clarissimis huius civitatis viris qui audita re frequentes ad me mane convenerant litteras a me prius aperiri quam ad senatum deferri placeret, ne, si nihil esset inventum, temere a me tantus tumultus iniectus civitati videretur, negavi me esse facturum ut de periculo publico non ad consilium publicum rem integram deferrem.
In L. Catilinam oratio III 3, 7, 23.29.
El primer paso para analizar este texto consiste en señalar todos
los verbos en forma personal y las relaciones que entre ellos se establecen[1]:
Cum4 summis et clarissimis huius civitatis viris qui5 audita re frequentes ad me mane convenerant5 litteras a me prius aperiri quam ad senatum deferri placeret4, ne2, si3 nihil esset inventum3, temere a me tantus tumultus iniectus civitati videretur2, negavi me esse facturum ut1 de periculo publico non ad consilium publicum rem integram deferrem1.
Con esto hemos conseguido hacernos una primera representación de la
estructura del texto, que es la siguiente:
-
Oración principal: verbo negavi (al que no se le ha asignado
ninguna subjunción)
-
Oraciones subordinadas[2]:
·
Cum...
placeret,
·
Qui...
convenerant,
·
Ne...
videretur
·
Si...
esset inventum,
·
Ut...
deferrem.
Una vez establecida esta primera estructura, podemos ir al segundo paso, que consistirá en el análisis de cada una de las proposiciones. Dentro de cada proposición, el análisis debe ir fluyendo siempre de forma verbal a forma verbal, empezando por el verbo en forma personal y continuando con cada una de las formas verbales no personales que pueda contener la proposición:
¿Cuál ha de ser el procedimiento para un análisis como éste? Hemos analizado en primer lugar el verbo en forma personal, placeret, ‘agradar, parecer bien’; este verbo necesita a su alrededor, al menos, dos elementos para construir una oración: el qué (sujeto) y el a quién (complemento indirecto). La función de sujeto, en nuestro texto, no está ocupada por un sustantivo cualquiera, sino por un sustantivo verbal, un infinitivo (en este caso dos, relacionados por una correlación comparativa –prius aperiri quam... deferri). Hemos de analizar, por tanto, estos infinitivos antes de continuar con el resto de la proposición, y habrá que analizarlos como se merecen, esto es, como sustantivos verbales que son: como sustantivos, habrá que asignarles la función que les corresponda –en esta ocasión, sujeto de placeret-; y como verbos, habrá que determinar ante qué tipo de construcción de infinitivo estamos[3], y qué complementos los acompañan. Se trata de una construcción de infinitivo con sujeto en acusativo (litteras), que lleva además un par de complementos preposicionales: a me, complemento agente común a los dos infinitivos; y ad senatum, complemento quo (lugar a donde) con el infinitivo deferri. Volviendo al verbo placeret, la función de complemento indirecto está desempeñada por el sintagma summis et clarissimis viris, un sustantivo modificado por dos adjetivos en grado superlativo, lo que justifica la presencia de un segundo término en genitivo partitivo, huius civitatis.
Con este mismo proceder hemos de continuar nuestro análisis:
El participio audita hay que analizarlo como adjetivo
verbal: por su carácter adjetivo, concierta en género, número y caso con un
sustantivo –re-, que es su sujeto. Como verbo puede llevar
cualquier complemento, cosa que en este caso no ocurre. De las dos
construcciones posibles de participio en latín, concertado y absoluto, nos
encontramos en este texto con la construcción absoluta: oración
subordinada formada por un participio en ablativo concertando con un sujeto en
ablativo, sin ninguna otra relación formal con la oración de la que depende.
Seguimos el análisis con la proposición ne... videretur:
Insertada en la oración final se encuentra una breve proposición
condicional, si nihil esset inventum, sin ninguna complicación
sintáctica. Esta prótasis condicional tiene como apódosis la propia oración
final de la que depende.
Continuando con nuestro análisis, nos encontramos ahora con la oración
principal:
De la misma forma que hicimos antes con aperiri y deferri,
debemos ahora analizar el infinitivo esse facturum. Es un
sustantivo verbal: como sustantivo, desempeña la función de complemento
directo de negavi, construido con sujeto en acusativo –me-;
como verbo, llevará los complementos que pueda o deba llevar. El único
complemento que aquí acompaña a esse facturum es la oración
siguiente, ut... deferrem. ¿Qué tipo de subordinación
representa este ut con subjuntivo? Tenemos dos posibles
interpretaciones:
-
Puede tratarse de una oración subordinada sustantiva, complemento
directo de esse facturum, o
-
puede interpretarse como una oración consecutiva, entendiendo el verbo facio
en sentido intransitivo, con el significado de ‘hacer, actuar de tal manera
que’.
Cualquiera
de las dos interpretaciones es defendible, pero nosotros nos inclinamos por la
consideración como oración consecutiva, sobre todo por la negación que
aparece –non-, que en una oración sustantiva sería casi con
toda seguridad ne.
Resta
ya la última proposición:
Con esto, tendremos completado el análisis del texto y podremos proceder a la traducción del mismo. Sin embargo, hay un ejercicio complementario –superfluo tal vez- que consideramos muy interesante y clarificador: consiste en elaborar una representación gráfica de la sintaxis del texto analizado. Para ello se puede utilizar cualquier sistema que consideremos eficaz, siempre que cumpla el objetivo de poner ante nuestros ojos, de un simple vistazo, las relaciones sintácticas que se establecen en el texto en cuestión. Veamos cómo sería la representación gráfica de la estructura de nuestro texto:
Ésta podría ser una representación gráfica completa del texto que
estamos analizando. Aquí acaba, pues, nuestro trabajo como descuartizadores de
textos, y empieza otro trabajo, mucho más sutil y delicado: la traducción. Lo
que hasta ahora hemos visto es una simple técnica y, como tal, puede
aprenderse y enseñarse; la traducción no es una técnica, es un arte y,
como tal, no puede aprenderse ni enseñarse, requiere un talento especial, que
se tiene o no se tiene. Para los filólogos de a pie el trabajo ha terminado:
nos hemos enfrentado a un texto clásico y hemos sido capaces de entender lo que
dice. Si, además de entender lo que el texto dice, somos capaces de expresarlo
en el molde de nuestra lengua sin ganar, perder o modificar un ápice los
matices significativos de la lengua de origen, no seremos simplemente filólogos:
seremos, además, artistas.
[1] Un buen método para realizar este primer paso consiste en ir desde el final al principio del texto señalando verbos, conjuncions y subjunciones, de forma que cada subjunción que encontramos es asignada al último verbo que hayamos señalado y que hayamos dejado sin ninguna relación.
[2] Vemos, de momento, las oraciones subordinadas con verbo en forma personal, pues las formas verbales no personales aún no las hemos señalado.
[3] Con sujeto en acusativo, sin sujeto en acusativo o construcción personal.
[4] La construcción personal siempre debe darse con verbos principales en voz pasiva. Para su traducción deberemos poner el verbo principal videretur en pasiva impersonal, y hacer depender de él la oración de infinitivo introducida por ‘que’.